jueves, 28 de febrero de 2013

6.


Paul miraba el suelo. Los chicos estaban haciendo un buen trabajo. Estaba quedando muy bien. Les fue llamando para que les contasen lo que habían hecho ese día y lo que iban a hacer en los días siguientes.
-A ver. Habeis terminado hoy la habitación de una de las hijas, ¿no?
-Si- dijo Louis.
-¿Y mañana empezareis por la de la otra?
-Seguramente. Por cierto, hay que decir a los señores Smith que tienen que ir eligiendo el nuevo rodapié. Dudo mucho que del que tenían siga habiendo- dijo Harry.
-Vale. Se lo comentaré un día de estos-Paul les miró-. Chicos, me voy a deviaje hasta el lunes. Estamos a miercoles así que teneis cinco días sin jefe. ¡Ojo! Digo sin jefe pero no sin trabajo. Tendreis que seguir viniendo.
-Joder Paul, a mi me apatecía irme contigo- dijo Zayn.
-Anda, callate.Que quiero librarme un poco de tí- le contestó con un tono de broma.
-Tio, pensaba que te caía bien.
-Que equivocado estabas.
-Pues ya no te quiero.
-Pues ya no te pago.
-¡Ohhh!- dijo Louis.

Paul miró a este último algo sorprendido.
-Lo siento. Ha sido la costumbre.
-¿Costumbre?- preguntó Paul.

Los chicos se miraron.
-Es que la hija mayor de los Smith y Zayn tienen como una especie de competición. Se lleva un punto quien deje mal al otro- contestó Harry.

Paul les miró.
-¿Cual es el resultado por ahora?
-Creo iba sesenta y tres contra treinta y siete- dijo Liam.
-Joder Zayn, dejala respirar ¿no? Es una mujer. Tiene que ganar.
-No. Te estas equivocando. Que va ganando ella- dijo Liam.
-¡Hijo Zayn! ¡Que te saca más de veinte puntos!
-Tranquilo Paul, que cuando tenga un día bueno la dejo mal muchas veces y la alcanzo.

Paul se rió.
-¿Pero la conocías de antes?- preguntó.

Zayn negó con la cabeza.
-Bueno, que eso ahora da igual- dijo el jefe-. Me voy. Quiero que cuando vuelva el lunes este piso esté ya terminado de cambiar el suelo. Luego, si los señores Smith elijen el rodapié, Niall lo compra y lo vais poniendo.

Niall empezó a escuchar en ese mismo momento. ¿Qué le había dicho? No se había enterado.
-Niall, ¿te has enterado?- preguntó Paul.
-Si- mintió.
-Asi me gusta- Paul se giró y se despidió- Hasta el lunes.

Liam miró a Niall. Llevaba casi todo el día sin hablar. Le notaba algo mustio. Eso no era normal en su amigo irlandes que estaba casi todo el día sonriendo. Tampoco había dicho en ningún momento que tenía hambre que era más raro aún. Le iba a preguntar que le pasaba pero sabía que le iba a ignorar así que no gastó ningún esfuerzo en preguntarle qué le pasaba. Le podría saltar con cualquier cosa del suelo o con otra pregunta. Pero no pudo más con la curiosidad y le preguntó.
-¿Qué te pasa, Niall?- dijo rotundo.
-¿A mí? Nada- sonrió falsamente.

Liam miró a su amigo preocupado. Llevaba así todo el día. ¿Qué le pasaba? ¡Estaba en la luna!
-Niall, acompañame a por agua.
-Ve tú solo- dijo el rubio algo molesto por la orden.
-Niall, ven.

Niall resopló. ¿Qué quería Liam ahora? ¿Se habría dado cuenta de la situación el también?
-No, Liam. No tengo sed. Ve tú. Yo seguiré trabajando.

Lucía y Ana ayudaban a Paula a andar. Se había caido mientras patinaba y cojeaba de una pierna. Había sido una caida muy tonta. Además justo delante de sus compañeros de clase. No quería saber que la dirían en dos semanas, cuando el instituto empezase. Se moriría de vergüenza.
-¡Ha sido tu culpa!- dijo Paula enfadada a su hermana.
-Claro, culpa mia poner ahí el banco, ¿no?
-No. De eso no pero sí de ir a patinar.
-Venga, no te quejes tanto- dijo Ana ayudandola.

Alguien les abrió la puerta de la parcela. El jefe de los obreros las dejó pasar al ver a una herida.
-Esperad, que os llamo al timbre para que alguno de estos vagos os abrá- dijo.

Lucía le dio las gracias y apoyaron a Paula en la pared. Se oyó la puerta de la parcela. Paul se había ido.
-¿Estas mejor?- preguntó su amiga.
-Algo.
-Que torpe...- susurró su hermana.
-¡Te he oido!

Zayn abrió la puerta.
-Buenos días. ¿Qué desean?
-Dejanos paso- dijo Lucía.
-No- dijo él antes de cerrar la puerta en sus narices.

¿Qué acababa de hacer? Lucía volvió a llamar al timbre.
-Buenos días- dijo Zayn mientras que volvía abrir.
-¿Nos dejas pasar, por favor?- preguntó Ana.
-Claro chicas, pasad. Estais en vuestra casa.
-Gracias- dijo Paula con una sonrisa por la gracia que le había hecho ver la cara de su hermana momentos antes.

Ana y Paula entraron y cuando Lucía iba a hacerlo, Zayn se interpuso en su camino.
-¿Me dejas pasar?
-¿Tienes permiso?
-Es mi casa.
-Eso es un no. ¿Verdad?

A Lucía no le dio tiempo a decir nada. Le había vuelto a cerrar la puerta.
Zayn vio como la chica se daba la vuelta y giraba. Él no quería que se cabrease tanto y cuando iba a seguirla vio algo en el suelo. Un paquete de tabaco. Se agachó para cogerlo y luego se levantó. Iba a seguir su camino para decirla a Lucía que la dejaba entrar en casa pero un ruido hizo que se girase. A traves de la puerta que había dejado abierta pudo ver como Lucía entraba por el porche a la cocina, iba a la puerta y... Ahora era él quien estaba fuera. Se rió. Bueno, al menos podría fumarse un cigarro. Lucía le invitaba.

-¿Estas bien?- preguntó Gonzalo al ver a su hermana coja.
-Claro que sí. Solo ha sido un golpe tonto.
-¿Si? Te pondrás bien- dijo el niño.
-Claro. Paula es una chica muy fuerte y sana- dijo Ana sonriente.
-Bueno, Gonza, ¿has terminado las tareas?

El niño dijo que sí con la cabeza y sonrió.
-Harry me ha ayudado.
-¿Qué Harry?- preguntó su hermana.
-El que esta arreglando el suelo.

Paula no se lo podía creer. Las tareas las tenía que hacer su hermano, no un obrero.
-¡Ah! ¿Si?
-Si. Me ayuda mucho.
-¿Cuanto?
-Me ha ayudado en todas las cuentas.

Paula miró a Ana.
-Ahora vuelvo- dijo levantándose y yendose a la pata coja.

La habitación de su hermana estaba pared con pared por lo que no tardó nada en llegar y entrar. En menos de seis saltos había llegado.
-¿Harry?

El de rizos se giró.
-¿Si?
-¿Puedes venir?

Harry la miró y se levantó. ¿Qué querría? Fue a ella.
-Dime.
-Mejor aquí fuera.

Harry la miró y la hizo caso. Salieron ambos de su cuarto y Harry la miró.
-¿Qué pasa?
-Mira, esto te lo voy a decir de buenas, ¿eh?

Harry la miró con intriga.
-Vale. Dime que pasa.
-Son las tareas de mi hermano. Tiene que aprender.
-Lo sé.

Harry pensaba lo mismo. Por eso le ayudaba cuando tenía alguna duda. Se centraba en ayudarle sobretodo cuando él se tomama un descanso. Gonzalo se lo agradecía con una sonrisa.
-Bueno... Pues te agradecería que...
-Tranquila. te he entendido perfectamente- dijo él mientras sonreía y volvía a entrar en el cuarto.

Paula se quedó sorprendida. Pensaba que el chico le iba a decir que que desagradecidas eran.
-Pues ha sido fácil-dijo cuando entraba por la puerta del cuarto de su hermana a la pata coja.

Zayn seguí afuera. Tenía un cigarro entre los labios y la puerta se abrió.
-¿Has visto una cajetilla de tabaco?- preguntó Lucía.

Estaba desesperada. Había perdido el tabaco y no sabía si dentro de la casa. Si sus padres lo veían la iba a caer una buena. Ellos no sabían que la chica fumaba y así debía de seguir.
-Lo siento- dijo con la cajetilla en la mano.

Zayn quería que la chica se diese cuenta que era su tabaco lo que se estaba fumando pero parecía que no se daba cuenta.
-¿Por?
-Lo he perdido y no se si esta dentro de casa.
-¡Ah! ¿Qué el paquete de tabaco es tuyo? Entonces fumas.

Lucía suspiró. Pasaba de tener bronca en ese momento. Sus padres podían venir de un momento a otro y ella aún no lo había encontrado. Asi que se giró para irse de nuevo pero Zayn lo impidió dejando caer el paquete de tabaco al suelo. Lucía se giró y lo vio.
-¡Que torpe que soy!

Lucía le miró mal.
-¿De verdad que no has visto ningún paquete de tabaco?- le preguntó por segunda vez Lucía.
-De verdad.

Lucía soltó una risa falsa.
-Tiene gracia.
-¿El qué?
-Yo he perdido un paquete exactamente igual al tuyo.
-¡Que casualidad!
-¿A que sí?- Lucía cambió de cara-. Venga, majo, damelo.
-¿El que?
-Mi paquete de tabaco- dijo Lucía resaltando el "mi".
-Te estoy diciendo que no se donde esta.
-Mira Zayn. Es este- dijo Lucía señalando el cartón que tenía entre las manos.

Él chico se rió hacia sus adentros. Esa escena le estaba encantando y sabía que en cualquier momento Lucía acabaría harta de él. Ese era el precio que debía de pagar Lucía por haberle dejado encerrado cuando le iba a pedir perdón por la broma.
Zayn miró toda la superficie del paquete.
-No. No es el tuyo.
-¿No? ¿Por qué?
-No veo tu nombre en ningún sitio.
-Me estas vacilando mucho.
-¿Yo?- preguntó Zayn mientras que ponía un tono de burla.
-Si. Tú.

Un coche se acercaba a la finca. Lucía pudo distingir a traves de la valla el colo rojo del golf de su madre.
-Zayn. Damelo. Es mi madre.
-Que pena.
-¿En serio vas a ser así de cabrón?
-Claro que sí.

Lucía le miró mal y cuando su madre entró Zayn le ofreció un cigarro a la chica. La madre se quedó mirando la situación mientras que Lucía le miraba bien.
-No, gracias. No fumo-mintió.

La señora Smith sonrió ante tal frase y pidió ayuda a su hija.
-Lucía, ayudame con la compra.
-Claro mamá.

Zayn se rió y cuando Lucía pasaba con bolsas por la puerta susurró un "Gracias por el tabaco".

5.


Era un nuevo día en Londres y el sonido del martillo hizo que el pequeño de la casa de despertase. Se levantó de la cama y cerró su puerta para intentar aislar la habitación de cualquier ruido. Se volvió a meter en la cama e intentó volver a dormir pero le fue imposible. Se volvió a levantar y abrió la puerta para salir. Fue al cuarto de su hermana Paul y entró con el pijama. Miró a los obreros con una mirada desafiante.
-¿Podeis hacer menos ruido? ¡Hay gente que intenta dormir!- dijo enfadado.

Los chicos se giraron y le miraron. No podían tomar en serio a alguien vestido con un pijama-disfraz de Batman. ¡Dios! ¡Tenia hasta una capa con un bvelcro para ponerlo junto a lo demás! Eso, a Niall, le hizo gracia. Intentó disimular una sonrisa mirando a Louis que estaba en las mismas. Gonzalo no se avergonzaba de su pijama, es más, se sentía orgulloso. Todos los de su clase le tenían envidia. Bueno, las niñas no. A las niñas de la clase de Gonzalo no les importaba Batman. Pero tampoco Superman ni Spiderman. Ellas querían ser como Cenicienta o como Aurora. Querían cuentos de hadas.
Liam parecía encantado con el pijama del niño. Pensaba que era lo ideal para un niño. ¿Quien no había soñado con disfrazarse por la noche y que cuando estaba bostezando sus padres no le mandasen ponerse el pijama?
-Me gusta tu pijama- dijo Liam.
-Muchas gracias- dijo Gonzalo orgulloso- Me voy a la cama. No quiero tener que volver aquí para regañaros, ¿eh?

Los chicos le dijeron que vale. Que lo intentarían. Niall cerró la puerta y siguieron con su trabajo pero a Gonzalo le pareció que el sueño ya no volvería. Se había desvelado. Y sabía que como fuese a ver la televisión no podría verla. Su madre había hablado con Sophie, la madre de Ana, para que ella se quedase en su casa todo el tiempo que tardase en estar mejor. Y estaban todo el rato viendo la tele. Gonzalo no podía creer que les gustasen los programas de cotilleo. Eran muy aburridos. Gonzalo pensó en probar a bajar al salon y coger el mando sigilosamente sin que ninguna de sus hermanas se diesen cuenta.
Bajó por las escaleras con cuidado de no hacer ruido y fue al salón donde vio a las tres chicas en un sofá. Paula estaba haciendo zapping mientras que Ana y Lucía miraban la pantalla y comian galletas.
-¡Espera! ¡Que salía Cesc Fábregas!- chilló Lucía quitando el mando a su hermana.

Lucía volvió a poner el canal donde estaban echando la noticia.
-Dios mio. Mirad que bueno que esta. No se tendría que haber ido al Barça.
-Lucía, somos del Barça.
-¡Pero es que cuando estaba en el Arsenal me le encontraba de vez en cuando por la calle! Y claro. Se hubiese enamorado de mí.
-Creo que tiene una novia que le saca unos veinte años.
-Lo que digo. ¡Se tenía que haber quedado y haberse enamorado de mí!
-Anda, cambia- dijo Ana después de reirse.

Lucía suspiró y siguió subiendo los canales hasta dar con un canal donde salía un videoclip de Justin Bieber.
-¡Ah! ¡Dejalo!- chilló Ana.
-¡Bah!- dijeron las hermanas a la vez. Lucía cambió de canal.
-¿Con que Fábregas si pero Bieber no? ¡Pues os vais a quedar sin galletas!

Ana se levantó y empezó a correr hasta la cocina donde escondió las galletas en un bote. Lucía tuvo tiempo para ver el escondite y para correr hacia Ana. Paula cogió las galletas y se las volvió a llevar al salón que ya no les pertenecía. Los programas de cotilleos se habían cambiado por dibujos animados. Gonzalo lo había conseguido.
-¡Gonzalo! ¡A hacer las tareas!-dijo Lucía al ver los cambios.

La victoria de Gonzalo fue muy dulce pero muy corta.
-¿Ahora?- se quejó.
-Si.
-¿Por?
-Porque luego querrás ir a jugar al futbol con tus amigos y mamá no te va a dejar.
-¡Pero no quiero hacerlas ahora!
-¡Gonzalo!-dijo Lucía harta de su hermano.
-Venga Gon, si en realidad tu hermana te esta haciendo un favor- dijo Ana.

Gonzalo se quejó. ¿Cómo podían ser tan crueles?  ¡Era el último miercoles antes de entrar en clases! ¿Le iban a hacer trabajar tan duro desde tan pronto? Los de tercero de primaria le habían dicho que ese curso era muy dificil. ¿Por qué le hacían eso?
Subió las escaleras y se metió en su cuarto. Cogió la hoja de los ejercicios que le tocaba hacer ese día y se puso a hacerlos. No le apetecía nada pero lo intentó. No le salía ni una cuenta. ¿Cuánto era trece por cuatro? Gonzalo no dudó ni un minuto en preguntar asi que cogió su lapiz, su goma y su hoja y salió de nuevo de la habitación para bajar las escaleras.
-¡Paula! ¡Paula!- chilló mientras que entraba en el salón.
-¿Que quieres, peque?- dijo esta mirándole.
-¿Cuánto es trece por cuatro?
-Tienes que saberlo hacer tú solito.
-Pero...
-Gonzalo, a tu cuarto-contestó Lucía.

Estaba algo molesta. Su amiga y Paula le habían recordado que el instituto empezaba en dos semanas. Su verano se había acabado. ¿Había cumplido lo que se había comprometido a hacer? ¿Había ido a España como sus padres le prometieron un año atrás? No. ¿Había ido a patinar una tarde? No. ¿Había tomado un helado de Kinder de la heladería italiana de la que hablaban tanto sus compañeros de clase? No. ¿Había encontrado un novio? Tampoco. Lo único que había cumplido era ponerse morena. Su piel, a la mínima, cambiaba su tono a uno más oscuro. ¿Qué había estado haciendo todo el verano? Quejarse del viaje a Alemania y ver la tele. Como la había dicho su padre desde principio de verano: "Lucía, eso no es bueno para tí. Tienes que salir a la calle, a respirar aire puro". Pero no. Ella había ido a discotecas. No a la calle.
Zayn y Niall bajaron.
-¿Programas de cotilleos? Lucía, pensaba que eras más lista.
-Es por eso por lo que pienso que somos hermanos.
-Apunta un punto a Lucía- dijo Ana al oír la contestación de su amiga al obrero.

Paula sacó una hoja de su pantalon junto a un bolígrafo. Desde el día que empezó la discusión en la cocina Zayn estaba algo molesto e intentaba ganar algun que otro punto en la competición.
-¿Cuanto van?- preguntó Niall a Paula.
-Van catorce a veinte. Gana Lucía.
-Te esta machacando Zayn- dijo Niall.
-Normal, sus neuronas han salido pitando al ver esa mecha rubia.
-¡Niall! ¡Catorce a veintiuno!
-Dios mio, te voy a dar el premio Nobel de la ciencia de este año- dijo el obrero.
-A ver, te voy a regalar un punto. ¿Por qué?
-No. Así no vale- se quejó Zayn.
-¿Lo habéis oido? Su cabeza esta vacia.
-¡Catorce a veintidos!
-Anda Zayn, vamos que íbamos a por agua y te ha sacado otros tres puntos de ventaja en menos de un minuto- dijo Niall mientras que empujaba a su amigo.

Lucía no aguantaba a ese obrero. Con los demás no tenía mucho trato. Pero con Zayn sí. ¿Por qué? Le dejaba fatal siempre. Siempre que se cruzaban por la casa había alguna tomadura de pelo. Siempre empezaba él porque Lucía pasaba de él aunque ella siempre le seguía el juego.
El chico se fue y Lucía seguía en su mundo. ¿Qué podía hacer para hacer que, en el poco tiempo que le faltaba, hacer de su verano el mejor?
-¡Venga chicas!- dijo Lucía saltando de repente.
-¡Coño! ¡Que susto!- dijo su hermana.
-¡Vamos! ¡Levantaros!
-Pero...
-¡Vamos! ¡Sin excusas! ¡Vagas!

Paula y Ana se levantaron rápidamente al ver la actitud de Lucía que había subido en un periquete arriba y entraba en su cuarto para buscar algo en su armario. Sacó a los pocos segundos una mochila grande de deporte. Pesaba. Su hermana y su amiga entraron el cuarto para ver que hacía.
-¡No! ¿Patinar ahora?- preguntó Paula.
-Si.
-Pero es muy pronto.
-Son las once. Una hora muy buena para ir a dar un paseo.

Lucía no se dejaba convencer por su hermana. Ana tenía cara de darle igual.
Lucía salió de su cuarto y entró en el de su hermana. los chicos las miraron con sorpresa. ¿Qué estaban haciendo allí las tres? ¿Qué querían?
-Lucía, debes de entender que no soy para tí. Tengo novia- dijo Zayn.

Todos se rieron.
-Paso de discutir, tengo prisa.

Lucía fue al armario y lo abrió para luego sacar otra bolsa similar a la suya.
-Nos vamos durante una hora. Nuestro hermano esta en su cuarto haciendo las tareas. Supongo que cuando termine se irá a ver la tele. No os molestará. Y si tenéis hambre comer lo que queráis menos mis cereales, por favor- dijo con una mirada de súplica.

Todos se rieron.
-Vale- dijo Liam agradecido.

Las chicas sonrieron y salieron.
-Yo no tengo patines aquí. Pasamos por mi casa, ¿vale?-dijo Ana.

Gonzalo estaba en su cuarto. Aún seguía con la primera cuenta. Al no poder averiguar el resultado había estado mirando el techo para ver si se acordaba pero se quedó así. Parecía que el techo de yeso le parecía más interesante que las cuentas que tenía que hacer pero el oír un portazo en el piso de abajo le trajo de nuevo al mundo.
-¡Jope! ¡Qué susto!- dijo.

Volvió a mirar la cuenta. ¿Cuándo era trece por cuatro? Se rindió a la mínima y se levantó. Tenía que prefuntarselo a Paula. Salió de su cuarto y cuando estaba bajando las escaleras recordó que Lucía le había dicho que no bajase para preguntar dudas. ¿Qué iba a hacer? Oyó un golpe en el cuarto de Paula. Los obreros estaban allí. Harry estaba allí. Gonzalo encontró quien le podía dar la solución. Subió los pendaños que había bajado recientemente y entró en el cuarto. Liam volvió a quedar fascinado con el pijama-disfraz del niño y sonrió.
-Harry, ¿sabes cuánto es trece por cuatro?

Gonzalo miró como Harry paraba se encajar la tabla que tenía en su mano y le miraba. Sonrió. Le encantaba ayudar.
-Claro que lo se pero tienes que hacerlo tú.
-¡Pero es que es muy difícil!
-Venga, que no será para tanto- Harry se levantó y cogió una de las cajas de las maderas y la puso sobre el suelo. Acercó una caja más pequeña y la acercó a esta última-. Sientate aquí que Louis me va a cambiar el sitio. Así cuando necesites ayuda estaré más cerca.

Louis se levantó y se fue al sitio de Harry. Harry se puso de cuclillas cuando Gonzalo se sentó sobre la caja y puso la hoja sobre la otra, como si fuese un pupitre y una silla.
-¿Estas cómodo?
-Si.
-Vale, ¿recuerdas que hicimos el otro día con las multiplicaciones?
-Si.
-Pues haz lo mismo.

Gonzalo sonrió y se puso manos a la obra. Harry también. Tenía que trabajar. Eso era lo más importante pero no podía negarse a ayudar.

Música en los cascos. Hope llevaba días sin ir a la universidad. ¿Para qué? ¿Para que el profesor la mirase mal después del desastre del solomillo? Había preferido quedarse en casa escuchando música en su cuarto y bailando. Llevaba haciéndolo desde las diez de la mañana y en ese momento eran las doce. Miraba por la ventana cuando vio a su hermana entrar en el jardín con sus amigas. Lucía y Paula se quedaron en la entrada cuando Ana llamó al timbre.
-¡Hope! ¡Abre!- chilló su madre.

La hizo caso y fue abajo a abrir a su hermana que entraba con una sonrisa.
-¿Y esa sonrisa?
-¡Estoy genial Hope! ¿Sabes lo que es despertarse y ver a cinco obreros que estan más buenos que el pan?

Hope no entendió eso pero sonrió.
-Bueno, estas mejor, que es lo que importa.
-Si- Ana sonrió- ¿Sabes donde estan los patines?
-Creo que estan en mi cuarto pero antes saluda a mamá, que llevas días sin verla.
-¡Vale!- dijo Ana subiendo las escaleras de su casa y desapareciendo de la vista de su hermana mayor.

Hope se había sorprendido. En menos de tres días su hermana estaba bien. ¿Cómo podía haber sido ese proceso tan rápido? Había dicho algo de cinco obreros pero desde un principio no lo había entendido. ¿En casa de los Smith habría obras? Bueno, eso a ella no la incumbía.
-¡Sí mamá!- se oyó gritar a su hermana.
-¿Te estas portando bien?- gritó mi madre.
-¡Ay! ¡Que pesada! ¡Deja de leerme la cartilla!
-¡Es que quiero que te portes bien!

Hope se rió. Su madre ya había visto a su hija y la estaba agobiando a preguntas. Siempre lo hacía. Cuando su familia se mudó a Londres hace escaseos meses a las hermanas no les costó mucho hacer amigos. Ana conoció a Paula en su clase y Hope conoció a personas de la universidad. Y aunque sus padres sabían lo educadas que eran sus hijas siempre las ircondiaban a la hora de irse a casa de sus amigos. "Portaos bien", "no hagais galeo" o "no rompáis nada" eran unas de las frases favoritas de Sophie.

jueves, 21 de febrero de 2013

4.


Una chica llamaba al timbre de una casa concreta. Le había enviado la dirección su novio y le había dicho que fuese sobre las doce de la mañana, que era su hora de descanso. La abrieron y una mujer la miró.
-¿Y tú quien eres?
-Soy amiga de Zayn, uno de los obreros. Me había dicho que viniese, que me tenía que dar una cosa. Será un momento- mintió.
-Ah, bueno, espera que le llamo.

La señora subió por las escaleras hasta llegar a la habitación de su hija menor. Entró con cuidado de no pisar las herramientras de los obreros.
-¿Quien es Zayn?- preguntó.

El chico moreno levantó la cabeza y miró a la señora Smith.
-Yo.
-Esta tu amiga esperándote abajo.
-Muchas gracias señora. ¿La puede decir que espere? Bajaré cuando termine esto.
-Claro- la señora se iba a ir pero se detuvo- Por cierto. Me voy a hacer unor recados. Me llevo a mi hijo para que no os moleste. Si necesitais alguna cosa alguna de mis hijas os podrá ayudar. Estan dormidas en el otro cuarto pero no dudéis en despertarlas. Tienen que aprender que si se sale de noche la mañana puede ser dura.

Los chicos se rieron por ese comentario.
-No se preocupe- dijo Liam sonriendo.

La señora le respondió con otra sonrisa y se marchó. Los chicos miraron a Zayn.
-Dinos que la chica no es Karen- pidio Harry.
-Vale. No es Karen.
-Entonces, ¿quién es?
-No es Karen.
-¡Tío! ¡Estamos trabajando!- dijo Niall.
-Va a ser solo un momento- dijo Zayn mientras se levantaba.

Karen había sido invitada  apasar al interior de la casa y observaba el interior mientras que la señora Smith ponía una sudadera a su hijo.
-Tiene una casa muy bonita- dijo ella intentando ser amable.
-Muchas gracias.

La señora Smith vio como Zayn bajaba.
-Bueno Zayn, yo me voy. Si necesitais algo despertar a mis hijas.
-Tranquila.

La señora Smith cerró la puerta tras salir de la casa y Karen sonrió.
-Bueno, ¿esto que es? ¿Arañazos en el suelo? ¿Cambio de baldosas por cambio de moda?
-Una innundación.
-Dios, pues teneis trabajo.
-Si.

Karen le miró. No quería atrasar la conversación más de lo debido.
-¿Podemos sentarnos?
-Claro. Vamos a la cocina que podremos.

Karen le hizo caso y le siguió hasta alli. Se sentaron en unas sillas alcolchadas. Zayn no tenía en ese momento una sonrisa. Él también sabía que tipo de conversación iba a venir a él. La típica charla de Karen sobre los cuernos.
-Zayn, es la cuarta vez que te pillo siéndome infiel.
-Lo sé.
-No quiero ser una pesada pero va a llegar un momento donde la confianza no me va a dar para más y lo vamos a dejar definitivamente. Y te aseguro que será la próxima. Espero que no tengamos que llegar a eso y que seamos capaces de...

Zayn la ignoraba. Se había aprendido ese monólogo de memoria. Karen hablaría de cambios en ellos mísmos y en su relación, de que ella no duda que se aman mutuamente y de que un desliz puede tenerlo cualquiera pero le pediría que no bebiera en las fiestas porque el alcohol hace que todo se vaya al garete. Con eso estaría unos diez minutos y luego sonreiría y le acariciaría la barbilla. Le diría que le quiere y él le contestaría con un "te amo". Siempre era lo mismo.
-Asi que ya sabes.
-Nada de alcohol.

Karen sonrió y le acarició la barbilla para que se mirarsen a los ojos.
-Te quiero.
-Te amo.

Ella sonrió satisfecha y le besó rápidamente en los labios. Eso Zayn no se lo esperaba. Era un nuevo punto en ese proceso. Zayn sonrió tras esta acción.
-Bueno, me tengo que ir, ¿vale, amor?
-Claro. Tendrás que trabajar.
-Efectivamente. ¿Quieres que me pase esta noche por tu apartamento?
-A la hora que quieras.
-Vale, estaré allí a las nueve.

Karen le lanzó un beso y cuando se giró se chocó con una Paula que se frotaba los ojos por el sueño que tenía.
-Lo siento- se disculpó Karen.

Paula se sorprendió. ¿Quién era esa? Bueno, en realidad le daba igual. Ella solo quería desayunar así que buscó un tazón, el cartón de la leche y unos cereales. También se tomaría una pastilla con agua. La cabeza le dolía horrores. ¿Como era posible? ¡Casi no había bebido! A lo mejor había dormido poco. Debía de ser eso. Su hermana se movía mucho mientras que dormía. Eso lo había descubierto el día que los obreros entraron a su cuarto a cambiar el suelo y que habían puesto casi todos los muebles sobre la cama. Todo encajado. Como si se tratase de una partida de Tetris. Pero es que, además esa noche habían dormido las hermanas con Ana en una única cama de matrimonio.
Paula oyó pasos y Liam entró en la cocina. Zayn seguía en la cocina. Paula no se había percatado de él.
-Tío, tenemos hambre. Vamos a ir a por algo de comida al super.¿Quieres algo?
-Si. Traeme tabaco.
-He dicho algo de comida.
-Vale. Traeme unas patatas y además tabaco.

Liam bufó y puso los ojos en blanco. Paula, que se estaba echando sus cereales en su leche, miró dentro de la caja, vio la cantidad y se giró.
-No hace falta que vayáis. Tenemos patatas y cereales.

Liam la miró extrañado.
-Bueno, creo que tenemos de todo. Tenemos café. En serio, serviros. Y para los otros tres de arriba también.

Liam y Zayn se miraron. Se dieron cuenta de la resaca que tenía por su cara y Liam se encogió de hombros.
-¿No te importa?- preguntó Zayn.
-Claro que no- Paula sonrió mientras que cogía la cuchara y se llevaba un poco de leche a su boca- Esperad que os doy las tazas y las cucharas.
-¿Para mí podría ser un tenedor?
-Claro.
-Es que tengo miedo a las cucharas.

Zayn soltó una carcajada. No podía creer que lo hubiese dicho.
-¡Liam! ¡Ve a por mis tacos!- dijo Harry.
-Tranquilo fiera- le dijo Liam- Que nos invitan a cereales aquí la chica.
-Ah, pues estupendo- dijo Harry mientras que salía y llamaba a los demás por las escaleras- ¡Louis! ¡Niall! ¡Bajad!

Eso hizo despertar a Ana. Levantó la cabeza y vio como un barzo la abrazaba. por un momento pensó que estaba en casa de un hombre pero vio la cara de Lucía con el pelo despeinado. Sonrió. ¿Que hora era? Miró su reloj de pulsera. Las doce y cuarto.
-Lucío- dijo- ¡Lucio!
-¿Que?
-Despierta.
-Tu madre.

Ana se rió y se destapó para levantarse. Vio como Lucía se volvía a arropar para no pasar frío. Salió del cuarto y bajó las escaleras donde vió a cinco chicos y a Paula. Hablaban entre ellos alto. Normal que la hubiesen despertado.
-¡Ey! Una nueva- dijo un chico de con los ojos azules y con el pelo castaño.
-Si. Se llama Ana- dijo Paula con voz de dormida- Ana Liam, Liam Ana, Ana Zayn, Zayn Ana, Ana Niall, Niall Ana, Ana Harry, Harry Ana, Ana Louis y Louis Ana.
-Buenos días- dijo ella mientras que intentaba ordenar su pelo castaño tras su oreja.
-Buenos días- contestaron todos a la vez.
-Buenos días- susurró Paula- Las pastillas estan en el segundo cajón. Bajo la vitrocerámica.

Ana sonrió. Paula siempre se le adelantaba.


Hope estaba preocupada. Estaba vez estaba intentando hacer un solomillo en una barbacoa mientras que el profesor Edward la miraba. Era un examen individual. Hope recordaba como todos sus compañeros estaban nerviosos. Sus caras eran preocupantes. Pero peor eran las caras de los que salían de la cocina. Esas caras eran de decepción. Si, el profesor era muy estricto.
Hope no se detuvo en ningún momento. Tenía que atender a la carne pero a la vez a la guarnición de patatas que le había mandado preparar. Y ese plato tenía que estar listo en menos de diez minutos.
-Faltan siete minutos- dijo el profesor.

Hope estaba cada vez más nerviosa. Notaba la mirada del profesor en el filete y cada vez que ella se daba cuenta le daba la vuelta. Pero no era eso lo que Edward quería. No. Era totalmente lo contrario.
-Faltan cinco minutos.

Hope suspiró y sacó el solomillo de la parrilla para ponerlo en un plato de metal y se centró en la guardición. Parecía que le había salido bien el plato.
-Tiempo- dijo el profesor antes de que la alumna quitase la cacerola del fuego.
-Tome- dijo Hope ilusionada dándole el plato del solomillo con un poco de patata.

El profesor lo miró y cogió una cuchara para probar la patata. Luego puso una cara neutral y segundos después de degustarlo, tiró el plato al suelo que, al ser de metal, hizo mucho ruido.Hope se asustó.
-¡Esta fatal!

Hope no entendía nada. ¿Como sabía que estaba malo el filete? Ni siquiera lo había probado. Y la patata tenía que estar buena. Se había esforzado.
-¡El solomillo estaba como una suela!- el profesor miró a la alumna- Para que un solomillo este genial tiene que estar solo un minuto en la brasa. Nada de "al punto" o "muy hecho". La carne de este nivel se tiene que comer roja. Muy roja. ¡Y la patata! ¡No le has echado sal! ¡Estaba muy sosa!

Hope miró al suelo mientras que el hombre le echaba la mayor charla de su vida.

Louis vio como la chica restante entraba en la cocina. Lucía tenía el pelo algo alborotado pero el moño que se había hecho le permitia ver como la miraban su hermana, su amiga y los cinco obreros. ¿Qué hacían allí? ¿No tendrían que estar trabajando? Lucía suspiró y buscaba una taza. Después abrió el frigorífico buscando la leche pero no estaba. Vio que estaba sobre la mesa. Buscó la caja de cereales que también estaba sobre la mesa. Suspiró y fue a sentarse. El único sitio libre era entre el chico de los rizos y el chico que tomaba los cereales con un tenedor. Que raro. ¿Desde cuando se tomaba la leche con cereales con un tenedor? Lucía no lo entendía.
Liam la dejo pasar para que se sentase. Todos estaban en silencio tras la llegada de la hija mayor de los Smith. Las risas que se habían echado con las otras dos muchachas habían cesado. Vio como Lucía cogía la caja de los cereales y la volcaba para que cayesen en su tazón pero cayeron solo migas.
-Lo siento. Nos lo hemos acabado- dijo Niall.

Ella suspiró y se volvió a levantar. Liam la volvió a dejar sitio y mientras que ella salía, recibió una patada por debajo de la mesa. Miró por debajo para ver quien había sido el culpable. Las deportivas viejas de Zayn seguían en su rodilla. Miró al moreno a la cara.
-¿Qué pasa?
-Llamame- dijo él convencido.

Liam le preguntó con la mirada pero él insistio. Liam sacó su movil y le hizo caso. Buscó su número en la agenda y le llamó. Zayn dejó el movil sobre la mesa. El aparato empezó a vibrar.
-Llaman a alguien- dijo Harry.

Zayn no lo cogió. Lo dejó sonando.
Liam vio eso una pérdida de tiempo y cortó la llamada. Zayn le miró mal y el chico de la mancha en el cuello volvió a hacer una llamada.

Lucía se terminó de echar el cola cao en su taza y volvió a sentarse en el sitio. Escuchó el irritante sonido de la vibración sobre la madera de la mesa. Miró al dueño del movil.
-Te llaman.
-¿A que te recuerda este sonido?

Lucía se quedó pensando.
-A un taladro- dijo.

El efecto del alcohol en su cabeza hacía que todos los sonidos multiplicasen su intensidad.
-Es un vibrador- le contestó el moreno.

Ana y Paula empezaron a reirse. Recuerdan que Lucía les había dicho que había tenido una conversación con el chico algo subido de tono mientras que ella estaba solo con una toalla. Sus compañeros se quedaron sin saber que hacer. ¿A qué había venido eso? Liam miró a Niall, que miraba a Louis y que miraba a Harry. Todos estaban desconcertados mientras que las chicas seguían riéndose.
-¡Apaga eso!- dijo Lucía estendiendo el brazo y pulsando el botón rojo a la llamada entrante de Liam.
-¿Qué? ¿Echas de menos a tu juguetito?
-Tanto como tu novia a tí.

Las chicas sabían que Lucía había entrado en la broma y que no saldría hasta dejar al moreno mal así que, para amenizar la conversación, empezaron a decir algunas cosas.
-¡Oh! ¡Lo que le ha dicho!- dijo Ana después de que Paula soltase un "oooh".

Zayn se sorprendió por el comentario.
-Yo al menos tengo.
-¿Qué pasa? ¿Me espias?- le dijo Lucía.

Los chicos, viendo la actitud de las otras chicas, las siguieron la corriente.
-¡Uy! ¡Te ha pillado Zayn!- dijo Niall riéndose.
-No. No te espio pero si tienes un vibrador...
-Dos cosas. Uno: no tengo un vibrador. Dos: yo no soy la que le va a comprar a su pareja algo que le haga gritar más en la cama que yo.

Los chicos empezaron a reirse. Las chicas también. Eso les parecía divertido. Ana veía que estaba teniendo un desayuno con espectáculo. Nunca había estado en uno.
-¿Como sabes que no hago gritar a mi novia en la cama? Me da a mí que la que espia aquí al otro eres tú.

Los chicos empezaron a decir un "oooh" largo por la respuesta,
-Es que yo no tengo la necesidad de regalar ese tipo de cosas.
-Yo tampoco.
-Entonces ¿para que lo vas a comprar?

Todos volvieron a reirse.
-¡Pelea! ¡Pelea!- dijo Harry antes de que Paul entrase en la cocina.
-¿Qué pasa aquí?- dijo él.

Todos se callaron. La pelea de gallos había acabado. Había ganado Lucía ya que era la última que había hablado.

miércoles, 20 de febrero de 2013

3.


-¡Vamos Lucía!- chilló paula a su hermana desde el piso de abajo-¡Vamos a llegar tarde!

Lucía aun estaba con el pijama desde hacía esa mañana. Ya eran las cinco de la tarde.     ¿Como era posible que su hermana estuviese ya lista mientras que lle le faltaba ducharse y vestirse?
Se asomó a la barandilla.
-¡Paula! ¡Ve yendo tú! ¡Iré en seguida!

Paula suspiró y abrió la tarde.
-¡No tardes!

Iba a salir a la calle molesta por la tardanza de su hermana cuando una vocecilla la detuvo.
-Paula, ¿puedo ir a jugar al futbol?- preguntó Gonzalo.
-¿Has terminado las cuentas de hoy?
-No.
-Pues cuando las termines podrás.

Gonzalo suspiró y cerró la puerta. Se dirigió a la cocina donde tenía las tareas que le había puesto su padres como castigo. ¡se habían pasado! ¿Treinta? Eran muchas. Cogió su lapicero y su goma y cuando iba a empezar le interrumpieron. El obrero rubio al que le costaba entender cada vez que hablaba entraba en el baño. Abrió un armario,sacó un vaso de cristal para luego llenarlo de agua y beberselo. la señora Smith les había dicho que si necesitaban algo lo podían coger sin pedir permiso. A Niall le apetecía comer unas patatas pero obviamente no iba a abusar de la generosidad de esa familia. Un vaso de agua bastaba. Niall se sintió observado. Giró la cabeza y vió como el niño le miraba.
-Hola- dijo saludándole.
-Hola- contestó Gonzalo.

Niall intentó pasar de él y abrió el grifo para llenar de nuevo el vaso.
-Niall- dijo otra voz desde la puerta.

Harry entró en la cocina y fue junto a su compañero.
-¿Sabes donde esta la cola?
-Creo que esta en la furgoneta.
-Vale.
-¿Para que la quereis?
-Para ir poniendo los nuevos rodapiés.
-¡Gilipo...- Niall miró a Gonzalo que seguía en la cocina solo que esta vez estaba centrado en sus tareas- ¡Ay! ¡Tonto! Que los rodapies se ponen cuando hayamos cambiado el suelo.
-es verdad. Hubiese sido una gran pérdida de tiempo.
-Veo que lo has pillado.
-¿Sabeis cuanto es treinta y seis entre nueve?

Los chicos miraron al niño. Gonzalo, en el rato que llevaba, había hecho cerca de quince cuentas pero esa se le estaba atragantando. No recordaba la tabla del nueve muy bien.
-Es cuatro- contestó Niall.
-Vale- Gonzalo puso el resultado- ¿Y nueve por siete?
-Es...

Niall iba a decir el resultado de nuevo cuando Harry se lo impidió con otro golpe en el pecho.
-Tienes que hacerlo tú solito- le contestó el de rizos.
-Vale- Gonzalo intentó adivinar el resultado- ¿Teneis calculadora?
-¿Para qué?
-Para saber cuanto es nueve por siete.

Harry le miró. Recordó que, cuando él tenia unos años menos, en su colegio había un programa donde gente de quince años para arriba iba una tarde a la semana a ayudar a un niño con dificultades en el estudio. Él ayudaba a un niño llamado Scott que tendría la misma edad que el hijo de los Smith. ¿Por qué no ayudarle? A él siempre se le dieron bien las matemáticas.
Harry se acercó a la mesa.
-A ver, ¿tienes una hoja?
-Si.

Harry cogió una de las hojas y puso un nueve sobre un siete.
-¿Sabes cuanto es siete por nueve?
-Sesenta y tres, ¿no?- dijo tras dudar un poco.
-¿Y sabes que los dos número de una multiplicación estando en el orden en el que estén es lo mismo?
-No. Entonces nueve por siete es sesenta y tres también, ¿no?
-Efectivamente.

Niall estaba flipando con lo que estaba viendo. No había visto nunca esa faceta de su amigo. ¿Harry? ¿Ayudando a un niño? No podía creerselo.
-¿Esta suma la sabes hacer?
-Si. Doce más veintisiete es treinta y cinco.
-¿Seguro?
-No. Es treinta y nueve.
-Bien.

Niall salió de la cocina y fue al piso de arriba donde los demás ya habían empezado a quitar la madera del suelo.
-Si os cuento que esta haciendo Harry abajo no me creeis.
-A ver, sorprendenos- dijo Louis mientras daba pequeños golpes con el martillo en una estaca que le ayudaba a separar la amdera del cemento.
-Ayuda al niño con las matemáticas.
-¿Harry?- preguntó Liam estrañado.
-Os lo juro. Es muy raro.
-Lo mismo se le daban bien las matemáticas- dijo Louis- Zayn, ¿te imaginas a Harry de profesor?

Zayn no contestó porque, como los demás vieron, estaba teniendo una pequeña pelea con una de las tablas que se resistía a despegarse. No la podía separar a pesar de que hubiese una pequeña ranura entre el suelo y la tabla. Había intentado ayudarse con una de las estacas pero fue imposible.
-¡Puta!
-Pobre tabla. Tiene sentimientos- dijo Liam.
-Pasarme un destornillador.

Niall se agachó y buscó por la caja de herramientas para luego lanzarle lo pedido.
-¡Pero de estrella no!
-No hay más.
-¿Teneis un penique?

Louis se desabrochó el mono azul que usaba para trabajar y buscó en los bolsillos de sus pantalones.
-Lo siento macho.
-Liam, ¿tienes una horquilla?
-¿Por qué iba a tener una horquilla yo?
-No se. Te cuidas mucho el pelo.
-¡Pero si lo tiene rapado!- dijo Niall.
-¿crees que una horquilla cabrá por ahí?
-Si- dijo Zayn.
-Pideselo a una de las chicas- dijo Louis.
-No. Creo que se han ido- dijo Zayn.
-Bueno, voy a buscarlo- dijo Zayn mientras se levantaba.

Louis se quedó mirando como Zayn salía del cuarto. Miró su reloj. Eran las cinco pasadas. Pero lo que le interesaba no era la hora, sino el día. Era dos de septiembre. Intentó no pensar en eso. No. ¿Por qué tenía que haber mirado el día? Hoy ellos harían un año. Pero le había dejado a los dos meses. ¿Por qué una relación tan corta le había marcado tanto? Él si lo sabía. ¡Louis no podía ser como Zayn o como Harry! ¡Ellos buscaban siempre chicas! Pero él no. Él buscaba una chica de la que enamorarse para pasar tiempo juntos. No una única noche. Pero no. Recordó como se conocieron. Louis había aparcado cerca de su casa y cuando iba a echar el dinero en una de las máquinas donde te daban un tiquet para que la policia no te pusiese una multa, ella tropezó por culpa de su tacón. Iba con un vestido de flores llamativo. Ella le dijo que la perdonase, que era una torpe pero Louis no le dio importancia. Intercambiaron números porque ella quedó fascinada por su humor y él por su belleza. Empezaron a salir a los días pero cuando conoció a sus padres, estos no le aceptaron e hicieron todo lo posible para que rompieran. Su hija al final cedió y pidió a Louis no volver a verse y lo cumplió pero se arrepentía.

Zayn entró riéndose en el cuarto.
-¿Lo has encontrado?- preguntó Liam.
-Si. Si.
-¿De que te ries?- preguntó Niall algo desconcertado.
-De nada, de nada.

Paula llamó al timbre de casa de su amiga. Hope la había llamado para que fuese a hablar con ella y eso a Paula y a Lucía les preocupó.
-¿Y Lucía?- preguntó Hope.
-Esta al caer. ¿Ana?
-En su cuarto- Hope vio como la amiga de su hermana subía por las escaleras-. Esta deprimida. Hace pocos días que ha dimitido.

Paula se detuvo por eso. Suspiró y siguió subiendo hasta llegar al pasillo y llamar a la puerta de Ana.
-Adelante.

Paula abrió la puerta lentamente y miró a su amiga que estaba tumbada en su cama y tenía el ordenador portátil sobre las piernas.
-¡Paula!- dijo esta sonriente y levantándose para abrazar a su amiga.

Estuvieron unos segundos así. Ana era lo que necesitaba. Esos últimos días los había pasado mal. Y Paula, con solo ese abrazo lo comprendió. Luego se separaron y se miraron.
-Me ha contado Hope lo tuyo.

Ana bufó. Ese abrazo lo había necesitado pero lo que no veía necesidad es que Hope fuese contando por ahí lo que pasaba.
-¿Qué ha pasado?
-No aguantaba más en esa compañia. No me dejaban hacer nada. Nada de comer. Nada de alcohol. Nada de novios.
-Bueno, ellos se lo pierden. Ya encontrarás otra compañia.
-No creo.

Paula miró de nuevo a Ana y volvió a suspirar. Ella sabía lo mucho que le había costado a Ana entrar en su antigua compañía. ¿Quién le decía que esta vez iba a ser más fácil? Era imposible. Le iba a costar muchísimo.
Se oyó como la puerta de la casa se abría y se volvía a cerrar. Alguien subió las escaleras y entró en el cuarto de Ana sin llamar. Lucía parecía molesta por algo.
-Hola- dijo dando un beso a Ana de una forma muy seca.
-¡Eh! ¡Que yo no te he hecho nada!- dijo Ana riéndose por primera vez en días.
-¿Que te pasa?- preguntó Paula ante la actutid de su hermana mayor.

Lucía suspiró y miró a su hermana.
-¿Que qué me pasa?

Paula y Ana la miraron sorprendidas.
-¿Quereis que os lo cuente?

Ana y Paula dijeron que sí dudosas.
-Mira, esta duchándome y entra alguien en mi cuarto. Apago el agua y me enrosco una toalla porque pienso que era Peter. Quito la costina y veo a uno de los obreros en mi cuarto. Claro, por la impresión le digo que salga, pero gritándole y me dice "¿como se pide?". Y le vuelvo a insistir que se vaya, que si tenia algún  problema de oído, a lo que me dice "debe de ser que soy sordo". Le digo que qué quiere y, Paula, estate atenta que me dice "es que dentro de poco es el cumpleaños de mi novia y le quiero comprar un juguetito". Y yo " ¿Que clase de juguetito?" "Uno sexual. Es que te he visto cara de la típica chica a la que le va la marcha".

Paula empezó a reirse por el relato de su hermana.
-Le he dicho que le comprara un vibrador, que seguro que él no le daba lo suyo. Y luego se ha ido- dijo Lucía con cara de pocos amigos- ¿Te lo puedes creer?

Paula se volvió a reir. No se lo podía creer.
-¿Como que había un obrero en tu cuarto de baño?- preguntó Ana que no entendía nada.
-es que Gonzalo, para no ir a Alemania inundó la casa y tenemos el suelo hecho un asco- dijo Lucía.
-¿Y que obrero ha sido?
-El que no es de aquí.
-¿El rubio?
-No. El que tiene muchos tatuajes.
-¿El de los rizos?
-No. Joder.

Lucía suspiró. No le gustaba hacer comentarios racistas de otras personas pero esta vez era necesario para sacar a su hermana de dudas.
-El moro.

Paula volvió a reirse. Esta vez la acompañaba Ana.
-¿Y que le dijiste después?
-No. Luego se fue.
-Pero... ¿en serio?- preguntó Ana.
-¡Que sí! ¡Que sigo flipando! ¡Porque estaba slo con una toalla que sino le pego!
-Bueno, que sale aquí la mala.
-No. Os lo estoy diciendo en serio.
-Chicas- dijo alguien desde la puerta.

Miraron las tres a Hope, que pasaba con una bandeja con unas tacitas de chocolate.
-Os he hecho esto para que no hableis con el estómago vacio.

2.


Los muchachos entraron en una casa. Louis observó el parquet del suelo. Estaba encharcado y la madera estaba inflada por el agua. Paul hablaba con el dueño de la casa.
-Tendremos que cambiar el suelo.
-¿Todo?
-Todo esta destrozado. La inundación ha llegado al piso de abajo.
-Pero... ¿Ha sido un problema de tuberías?
-No creo- dijo Harry metiendose en la conversación-. Creo que ha sido un grifo que ha estado abierto durante un tiempo.

El señor Smith se sorprendió.
-No nos hemos dejado ningun grifo abierto. Lo hubiésemos oído.
-¿Cuando os disteis cuenta?
-Cuando les llame ayer.
-Pues al agua ha sido absorbida rapidamente- susurró Liam a los demás.
-Chicos- dijo Paul-, id arriba a ver si hay algun otro daño.

Los chicos le miraron y obedecieron. Liam entró en una habitación y los demas en otras.
El suelo habia momentos que tenia montañas pero donde más era en un baño pequeño. Aun habia agua ahí. Zayn entró en el baño y miró el lavabo. El armario que lo sujetaba estaba en buenas condiciones por lo que la fuga no tendria que haber sido por ahí. Tambien miró el water. Estaba normal asi que descartado.
-¡Gonzalo! ¡Sabemos que has sido tu!- oyó Zayn.
-¡Que no!
-Paula, dejale. No lo va a confesar.
-¡Es que no he sido!

Zayn se rio. Estaba claro quien habia sido.
-Gonzalo, nosotras tampoco queriamos ir a Alemania.
-No pasa nada pero... Tienes que contarselo a mamá. Se van a gasta mucho dinero para arreglar el suelo.

Lucia y Paula estaba intentando hacer sentir mal a su hermano. Gonzalo las miró.
-¿Cuanto?- preguntó con miedo.
-Mucho. Creo que nunca mas podremos ir de viaje- dijo Lucia.
-Y venderemos la casa para irnos a otro lado.
-Un sitio pequeño.
-En la zona de los pobres.
-¿Hay zona de pobres en Londres?
-Si- contestó Paula a su hermano.
-En Haringey.

Zayn, que seguía escuchando la conversacion desde el baño, se sintió ofendido. Él vivia en Haringey. Eso no significaba que fuese pobre. No tenia una buena economia pero no era pobre.

Gonzalo fue corriendo hacia abajo para hablar con su madre. Llevaba una hucha llena de centavos. No queria ir a Harengey. Tenía que darle ese dinero a su madre para impedirlo.
-¡Mamá! ¡Mamá!- dijo dejando la hucha y abrazando a su madre por la cintura.
-¿que pasa?- preguntó sorprendida por la accion de su hijo.
-¡Lo siento!- dijo Peter limpiandose las lagrimas en su camiseta.
-¿Por que, cielo?
-Es que no queria ir a Alemania entonces...
-¿Entonces que?

Gonzalo reflexionó. ¿Que prefería? ¿Vivir con la conciencia limpia o sin ella? ¡No queria mudarse a Harengey! Recordaba una vez, caminando por esa zona con su padre, que le fue a echar una moneda a un mendigo y que su perro empezó a ladrarle. Se asustó mucho.
-¡Abrí el grifo del bidé! Pensaba que nos tendriamos que quedar a limpiar. ¡Lo que no sabia era que tendriamos que irnos a Harengey! ¡No quiero!

La madre le miró enfadada.
-Vamos a hablar con tu padre.

Eso a Gonzalo le sonó mal y pidió perdón mientras que su madre le arrastraba.
-Jake...
-Espera Susan- dijo el señor Smith cuando vio que uno de los obreros bajaba de las escaleras.
-Louis- dijo Paul-, ¿algun daño?
-Los rodapies hay que quitarles ya. Pueden crearse humedades en las paredes.
-Y hay que quitar partes del suelo. Vaya a ser que se formen goteras tambien- se oyó decir a Niall.

Paul miró al señor Smith, su nuevo cliente.
-¿Le importa que empecemos hoy?
-¡No! ¡En absoluto!
-Genial- Paul se giró- ¡Chicos! ¡Coger las cosas de la furgoneta!

Paula deshacía su maleta. Estaba claro que el viaje a Alemania se habia cancelado. Estaba sorprendida por el plan de su hermano. ¿Como era posible que hubiese hecho eso? Seguía flipando.
-¿Has visto como ha cantado?- preguntó Lucia al entrar en la habitación.
-¡Ha cogido la hucha y ha salido corriendo!
-Yo creo que ha sido lo de irnos a Harlengey.
-Si- se rió Paula- Pero se ha ido llorando.
-Tambien... Le castigarán, como siempre.
-Yo creo que no volverá a jugar al futbol.

Ambas se rieron.
-Oye...- dijo Paula.
-¿Que?
-Ayer vi un articulo sobre las modelos del Secret Company.
-¿Que decía?
-Muchas han dimitido.
-No creo que Ana lo haya dejado.
-No se... Hace una semana que no hablo con ella.

Lucia sonrió.
-Podiamos decir que esta noche se sale.
-¡No! Que venga a casa.
-¿Crees que es buena idea que venga tal y como esta el suelo?
-¡Da igual!

Volvieron a reir y Lucía se tumbó en la cama. Estaba muy cansada.
Alguien abrió la puerta y uno de los chicos se asomó.
-Chicas, ¿teneis un boligrafo?- preguntó Louis.

La hermanas se miraron y la menor se levantó para buscar lo pedio por el chico.

Una chica entraba en su casa. Había sido un día duro en la universidad. ¿Quién había sido el gilipollas que le había dicho que cocinar se le daba bien? ¿Quién se lo había dicho? ¡Ah! ¡Sí! Su hermana. Esa que nunca comía en casa por asuntos de trabajo.

Recordó la cara del profesor Edwad. Esa cara era de asco. No podía recordar otra mala sensación como esa. Tenía ganas de romper algo.
Intentaba comprender como su pollo había salido tan mal. Era un plato fácil. Quizá había echado azúcar en vez de sal. A lo mejor había estado mucho tiempo en el horno. O al revés. No lo entendía. Era ella la que muchas veces hacía la comida. Era ella a la que recurria su madre cuando no podía hacer nada para comer. ¿Por qué sabía hacer cosas tan complicadas cuando un simple pollo le amargaba la existencia? Hope estaba a punto de llorar cuando alguien entró con aún peor cara que ella.

Ana se quería morir. Ella si tenía motivos para llorar. Acababa de renunciar a su sueño con tan solo diecisiete años. No podía con la presión de la agencia. No la dejaban comer a pesar de saber que su cuerpo no engordaría ni un gramo si se comía ella solo una tarta de bodas. No podía beber. No podía estar en situaciones que pusiesen en peligro su trabajo a pesar de que nadie la conocía por lo que no tendría problemas. Se creía en un mundo de locos.
-¡Hope! ¡Estoy acabada!- dijo Ana tumbándose a llorar en el sofá donde su hermana estaba sentada.
-¿Por qué?
-He dimitido.

Hope suspiró. Se sentía decepcionada por su hermana y por su decisión. Ser modelo había sido su sueño. Recordaba como, cuando eran pequeñas, cogían los tacones de su madre y hacía pequeños desfiles para sus padres y sus invitados. Pero Ana era la que más disfrutaba. Por eso estaba decepcionada. Pero, a la vez de que ese sentimiento llenaba su cuerpo, otro de orgullo entraba en su mente. Su heraman había sido capaz de dejar una compañia de modelos que la estaba matando. Hope sabía que Ana quería vivir la vida, emborracharse, comer golosinas como una niña pequeñas y ese trabajo se lo impedía.
-Tranquila. Ya vendrá otra oportunidad.
-No creo. Me ha dicho una que como siga con este cuerpo amorfo no me contratarán en ningún lado. Ni en el McDonals. Y he intentado adelgazar pero no puedo.
-¡porque estas en los huesos! ¡Estas en el limite entre delgadez y desnutrición!
-Hope... ¿me haces un favor?
Hope miró a su heraman pequeña con miedo mientras que esperaba su petición.
-Hazme pollo.

Harry acompañó a Zayn a fumar fuera de la casa. Había terminado de quitar los rodapiés de tres de las habitaciones del piso de arriba. Solo les faltaba una habitación y el piso de abajo.
-Joder, lo que se hace para no irse de viaje- dijo Harry riéndose.
-Yo una vez pinché las ruedas del coche de mi padre- le contestó el moreno que se estaba encendiendo su cigarro.
-¡No me jodas! ¿Te dijeron algo?
-Nunca supieron quien fue pero cambiaron las ruedas y nos fuimos. No me sirvió de nada.

Harry se rió y Louis y Niall salieron a acompañarles. Ellos también querían descansar depués de haber estado durante al menos una hora agachados y quitando la madera.
-¿Ya estas fumando, Malik?- preguntó Louis.
-Dejame- bromeó.
-Tienes que dejarlo, ¿eh?
-Joder Louis, eres más pesado que una vaca en brazos. ¡Siempre me lo dices!
-Es que vaya a ser que Karen ya no quiera volver contigo- dijo Niall por primera vez para entrar en la conversación.

Se rieron los cuatro aunque Zayn lo hizo falsamente. Lo había dejado la noche anterior y ya la echaba de menos. Definitivamente Zayn tenía que dejar de ir a fiestas y parar de liarse con la primera chica guapa que pasase por delante suyo.
Un movil empezó a sonar.
-¡Anda! ¡Hablando de la reina de Roma!- dijo Zayn mientras que descolgaba el movil y se alejaba.

Todos volvieron a reir por eso y Liam, que llegaba, se quedó sorprendido.
-¿Qué pasa?
-Karen ha llamado a Zayn- dijo Louis.
-¿Creis que volverán?- preguntó Niall.
-No- contestó Harry-. Zayn esta nervioso. Le estará pidiendo explicaciones.
De pronto, Zayn se giró para mirarles. Hizo una señal para que le diesen dinero a Liam.
-¿Que quiere?- preguntó Louis.
-Quiere decir que han vuelto en menos de dos días por lo que he ganado la apuesta.

Todos le miraron mal mientras que Liam les miraban.
-¡Vamos! ¡El dinero!

Todos fueron sacando billetes de su cartera para ponerlo en la mano estendida de Liam. De la noche a la mañana había ganado sesenta libras. ¡Y les faltaba las de Paul! Miraba la sonrisa de su amigo Zayn. Se notaba que quería a Karen.
-A este paso no llego a fin de mes- se quejó Harry dejando dos billates de diez.
-No haber apostado.
-Pensaba que esta vez la suerte estaría de mi lado.
-Es que ¿a quién se le ocurre decir que volverían en dos meses?
-¿A quien que volverían en menos de dos días?
-¡Al menda!- dijo Liam orgulloso.

Todos le miraron mal.
Zayn volvió feliz.
-Karen tiene que aprender un poco- dijo Louis en forma de broma.

Zayn les miró mal pero luego sonrió. Sabía que sus amigos hacían bromas con ese tema.
-¡Chicos!- chilló paul autoritario- ¿Qué haceis vagueando?

Todos se miraron y entraron en la casa sin decir nada... Menos Liam.
-Esto... Jefe...
-¿Qué?- preguntó este enfadado.
-Karen y Zayn han vuelto en menos de dos días. Me tienes que dar veinte libras.

Paul suspiró y sacó la cartera.

jueves, 14 de febrero de 2013

Capítulo 1.


En Londres llueve. Y hace frio. Algo normal en épocas navideñas. Su flequillo estaba pegado en la frente. No usaba paraguas por lo que estaba empapado. Las gotas de lluvia hacia que pareciese que no estaba llorando. Pero si lo hacia. De rabia. ¿Acaso ese amor no le hacia sentir bien? ¿Por que estaba tan mal ahora? ¿Era ella? ¿O eran los te quiero's que aun resonaban en su cabeza? ¿O era simplemente que ella no sentia nada por él?
Abrió la boca y empezó a gritar. Su nombre era lo unico que podia decir. Ni una conjunción. Ni un verbo. Pero sus gritos a ella le parecieron suspiros.

Ella empezó a creer que estaba loca. Creía oir su voz mientras que toda su familia hacia bromas tras la comida. Vio a sus hermanos. La chica leia a su hermano pequeño un cuento.
Pidió disculpas y se levantó para ir al baño. Cerró con pestillo y se sentó en el suello. En ese mismo instante, empezó a llorar sin poder seguir mas aguantando esta falsedad. La sonrisa falsa que llevaba puesta desde hacia dias. No podia mas. Le echaba de menos. "Estupida" pensó mientras se abrazaba las piernas por el frio.

Él habia dejado de gritaar el nombre de la muchacha. Estaba sentado en el bordillo de la acera mientras miraba, con dificultad ya que la lluvia golpeaba su cara, las ventanas de la casa por si aparecia ella pero no. ¿Para que habia gritado? Para verla pero... Le habia ignorado.

La hermana la echó en falta en la sala. Dijo a su hermano que en unos minutos continuaria con la lectura. Este al principio puso mala cara peero finalmente se levantó de las piernas de su hermana. Salió de la sala y buscó a su hermana por toda la casa. Habitacion por habitacion hasta que se topó con la puerta del baño. Llamó dos veces y pidió entrar. Negativa. Insistió y finalmente se oyó un "clik" y entró.

**Meses Antes**
-¡Vamos niños!- gritó el señor Smith.
-¡Ya vamos!- dijo la voz de alguien en el piso de arriba de la casa.

Bajó una mujer con una edad cercana a los cuarenta y cinco con una maleta grande.
-¿Esta todo cariño?- preguntó el señor.
-Si. Voy a ayudar al niño-dijo su mujer.
-Vale.

La señora subió de nuevo y entró en una habitación con las paredes con papel de coches de todos los colores. El niño con el pelo de una tonalidad que no se sabria si era rubio o castaño jugaba a las construciones con sus piezas de Lego.
-¡Gonzalo!- dijo su madre- ¡Vamos!
-No quiero ir a Alemania.
-¿Por que amor?
-No me gusta.
-Pero si no has estado nunca.

La señora fue a la cama para terminar de meter todas las cosas del pequeño de la casa en la maleta.
Despues de un rato, el señor Smith volvió a llamar a su familia.
-¡Vamos! ¡Bajad y dejar las maletas en el coche! ¡Tenemos que cenar pronto y dormir que mañana madrugamos!

Bajó una chica con la piel morena y con el pelo castaño a la altura de los pechos. Era alta y tendria unos diecisiete años. Llevaba el pijama puesto y con el, una mala cara por lo que pesaba su maleta roja.
-Vamos niña, vamos- dijo su padre mientras daba palmadas para meterla prisa- ¿Tu hermana?
-Esta terminada.

Dejo su maleta en la puerta y se disponia a irse de nuevo al piso de arriba.
-Lucia...
-¿Que?

El padre le señalo la mata que acababa de dejar.
-¡Al coche!- dijo.

Lucia suspiró e hizo caso a su padre.

La otra hermana seguia en su cuarto. Era de pelo castaño. Bajita comparada con su hermana. El pelo le llegaba un poco mas abajo de los hombros. Pero su aspecto no era lo que le importaba ahora. ¿Para que ir a Alemania? Metió un par de zapatos con fuerza provocada por el viaje a Alemania. Metió su neceser mientras cerraba la maleta, alguien abrazó sus pierna.
-¡Paula! ¡Diles a mamá y a papá que no vayamos a Alemania!
-Gonza, no puedo. Les hace ilusion.
-¿Por que?
-Es su veinte aniversario pasado mañana y quieren que estemos juntos.
-¡Pero yo quiero estar con mis amigos y jugar al futbol!
-Lo se.
-¿Entonces?
-Vamos de viaje.

El niño se fue enfadado de la habitación de su hermana mediana.
-¡Paula! ¿Cuanto te falta?- preguntó su madre desde el piso de abajo.
-Ya voy- chilló.

Terminó de cerrar la maleta y la bajó al garaje.

Lucia se sentó en su sitio de la mesa y empezó a cortar el filete que estaba en su plato. Paula entró en la cocina y se sentó también. Gonzalo estaba en su silla con los brazos cruzados y se negaba a comer para no irse de viaje. Lo habia visto en la televisión donde un hombre lo hacia para conseguir algo.
-Come Gonzalo.
-No quiero.
-¿Por que?
-No quiero ir a Alemania. Punto- dijo el niño intentando ser maduro.
-Pero tus hermanas si. ¿A que si?- preguntó la señora Smith mirando a sus hijas.

Lucia pensó que Alemania era una mala idea. Paula lo mismo.
-Si- dijeron ambas a la vez.
-¡Mentirosas!- dijo Gonzalo enfadado.

El padre de familia se metió un trozo de carne en la boca. Cuando a su hijo se le metia algo en la cabeza, aunque tuviese casi siete años, no habia quien se lo sacase.
-Venga, Gonza. Que no pasa nada- dijo su madre con voz dulce-Alli venden salchichas grandes y gordas.

Las hermanas mayores se miraron y soltaron una carcajada aunque pararon cuando su padre les miro raro.
-No me gustan las salchichas.
-Tambien esta el muro de Berlin. Es un monumento muy importante.
-No quiero ir.
-Pero...
-Dejalo Susan- dijo el progenitor ya harto de la situación-. Gonzalo, vamos a ir si o si. Quieras o no. Tu madre y yo queremos estar con nuestros tres hijos. En Alemania.
-El proximo año podras elegir tu el destino- sugirió Lucia.

Gonzalo pareció ceder pero en realidad estaba ideando un plan para acabar con ese viaje. No queria comer salchichas ni ver viejos muros de piedras. Queria quedarse en Londres y aprovechar los ultimos dias de calor jugando al futbol con sus amigos.

Un chico entraba con seis bolsas de comida en su oficina. Bueno, "oficina". En realidad era un viejo local donde guardar las herramientas y materiales. No llegaba a los veinte metro cuadrados.
Su jefe y sus compañeros, que con el paso del tiempo se habian convertido en amigos, estarian esperandole.
Abrió la puerta y una ola de gritos le inundó.
-¡Pensabamos que ya no venias!- dijo uno de ellos, Harry, el de los rizos, mientras le quitaba una de las bolsas.
-No he tardado tanto- dijo el que acababa de entrar por la puerta, el rubio.
-Niall... Ha sido casi una hora-dijo su amigo Louis.
-Exagerados.

Sonrió y fue repartiendo las bolsas. Una para Liam, la de la cruz para Zayn, la del rombo para el jefe... Le miró estaba haciendo cuentas. Como siempre. Miró a Liam que se encogió de hombros y que mordió la hamburguesa que le habia dado. El rubio se dirigió a su jefe y le dio su cena.
-Venga campeon. Seguro que salen las cuentas. Siempre, cuando estamos en lo peor llama alguien para que le arreglemos algo.
-No lo se Niall... Esta vez lo veo muy crudo.
-Venga Paul. No te desanimes.
-Lo se pero estoy algo preocupado.

Se oyó un golpe en la otra esquina del local. Era Zayn, el otro compañero, dando un puñetazo en la pared. Despues los miró y metió su movil en el bolsillo del mono.
-¡Me cago en la puta!

Eso solo podia significar una cosa: la novia le habia dejado.

El chico moreno de piel se dirigió a una de las sillas para sentarse. Se fijó en Niall mientras señalaba la ultima bolsa que quedaba en la mesa.
-¿Es de pollo?
-Claro- contestó el otro.

El muchacho la cogió y la quitó el envoltorio para hincarle el diente.
-Me apuesto veinte libras a que en menos de una semana han vuelto- dijo Harry.
-Yo lo mismo para mañana- dijo Liam.
-Esa apuesta es arriesgada Liam- le aconsejó el jefe.
-Seguro que la gano.

Hacer ese tipo de apuestas era tipico en ese local. Las rupturas del chico con su novia eran frecuentes pero eran cortas. A pesar de que la chica le pillase con otras le perdonaba. Siempre. Zayn sabia que tendría que hacer esas cosas pero no tenia voluntad. Siempre acababa ligando en algún bar de moda. Siempre la novia le pillaba. Siempre le dejaba. Siempre volvian€
-Liam... Pon un poco mas de margen- le recomendó Niall.
-Vale. Pues dos días.

Paul se llevó las manos a la cabeza por la desesperación. Se fijó en la hora. Las dos de la mañana. Miró a sus empleados o, como decia su mujer, sus hijos. Siempre estaban ahí para animarle o para bajarle un poco de la nube. Eran geniales. Se habia ofrecido a hacer ese dia la guardia con él para que Paul no se agobiase.
El teléfono empezó a sonar. Los chicos, que hablaban, y Zayn, que comia su hamburguesa de pollo, pararon y miraron el telefono con la misma cara que Paul. ¿Quien llamaria a esas horas? Estaba claro que era una emergencia.