lunes, 25 de marzo de 2013

8.

La discoteca estaba llena de gente. El humo de los cigarrillos que se fumaba la gente a Liam le molestaba. Intentaba apartar el olor con un movimiento de la mano pero era imposible. Harry se reía por eso y Niall le empujó para entrar en el local. Estaban todos. Liam no perdía de vista a Louis que iba delante de él para poder encontrar un asiento pero parecía no haber ninguno. A Zayn eso no le importaba. Él ya tenía una copa en la mano y se había juntado a una chica rubia que no estaba nada mal. Harry se había ido con otra chica. No estaba tan buena como la de su amigo pero eso a él no le importaba mucho. Solo quería pasarselo bien. La chica era morena y tenía unas mechas californianas de color rubio platino. Le costó un poco entrarla porque estaba con sus amigas pero cuando empezó a hablar con ella no se separó ni un momenton de ella.
Louis no entendía como podía hacer eso. No por lo dificil que le podía resultar ligar, que eso no era problemas ya que muchas que le veían tramaban planes de conocerle a fondo. Era que él había conocido ya el amor. Había estado con esa chica de Doncaster. Y ninguna risa se le igualaba a ella. Ningunos ojos. Ningún pelo. Nadie la superaba porque, para Louis, ella era perfecta. Habían pasado meses desde la ruptura pero seguía enamorado.
-Me voy a casa a ver una pelicula con Sandy- dijo Zayn al poco.

Louis le giñó el ojo y se despidió de su amigo. Buscó a Liam entre la multitud y cuando se giró le encontró. No se había separado de él. Al menos Liam era como él. Nada de rollos de una noche. Ellos si que querían disfrutar de una velada con amigos. Al menos Louis, Liam y Niall estarían hablando hasta altas horas de la madrugada. Pero se equivocaba.
Niall se había marchado. Si se iba a quedar sin trabajo tendría que ahorrar para seguir adelante él solo hasta volver encontrar trabajo. Y eso iba a ser difícil. Una chica se le acercó borracha.
-Hola- dijo como pudo la muchacha.

Niall solo se apartó mientras que ella le miraba mal. Al irlandes le importaba bien poco lo que esa chica pensase que era un borde o un maleducado pero sabía que si se quedaba con ella tendría que ir a invitarla a copas, a bailar a la pista y luego a su casa. No gastaría dinero ni en condones. No. Solo compraría lo necesario.

Hope lloraba de la emoción que le trasmitía esa película. La pena que le daba. Pero... ¿Realmente estaba llorando con Up? Era una película de niños. ¡No podía llorar con eso! Pero la tristeza que le daba la vida del anciano era lo que le mataba. Tuvo que quitarla. Tenía que ver películas acordes a su edad. ¿Tres metros sobre el cielo? No. ¿La vida es bella? Tampoco. ¿Las crónicas de Narnia? Esa era una buena opción. Aunque también la tuvo que quitar. Estaba llorando porque nadie creía a Lucy. Es más, su hermano mentía a sus otros dos hermanos para hacer creerles que su hermana estaba loca. Eso era mejor que afirmar que dentro del armario había un mundo mágico con criaturas solo conocidas por la mitología.
-¿Qué ves?- preguntó una voz detrás suya.

Se limpió las lágrimas y miró a su padre.
-Las crónicas de Narnia.

Tommas, el padre, la miró sorprendido. Que su hija se hubiese quitado las lágrimas no hacía que sus ojos estuviesen blancos. Rodeó el sofá y se sentó a su lado. Hizo que recostase su cabeza sobre su pecho y la acarició el pelo.
-Hope, ¿que te pasa?

Su padre la había pillado. No solo estaba llorando por las películas. También lloraba por la universidad. Edward otra vez la había dejado en ridículo frente a sus compañeros. Su crema de calabaza no debía de estar tan buena como ella creía.
-No puedo ser chef.

Su padre se rió. Él también había empezado mal la universidad. Las empresariales, su vocación, al principio había sido un terror.
-No te preocupes.
-Si. Si me preocupo- dijo su hija volviendo a llorar.

El progenitor la limpió una lágrima que estaba a punto de salir y la miró.
-Yo también sufrí en mi primer año.
-Tu carera podía mejorar con el paso del tiempo pero yo no se si seré capaz de saber que cantidad de cada ingrediente tengo que echar a la olla.
-¡No seas tonta!
-No me digas eso. ¡Es la verdad!
-Mira Hope, se por lo que estas pasando pero no te procupes. Ya sé como eres. Y tú siempre encuentras la solución a todo. Todo lo que te resulta dificil al principio lo haces ver fácil al cabo de un tiempo. Es como si un interruptor estuviese en tu cabeza en modo "mal".Pero luego haces que el interruptur vaya el "bien". Eso es lo que te pasa siempre y se que en la cocina te va a pasar lo mismo. Además, no es eso. Siempre que haces la comida como como un rey. ¡Es lo tuyo! Te encanta hacer mezclas raras. Y siempre aciertas.
-Yo se cual es el problema.
-¿Cual?- preguntó el padre.
-El profesor.

El padre sonrió.
-Eso tiene solución.

Hope le miró con curiosidad.
-¿Come a la vez que tú en el comedor de la universidad?

Hope asintió con la cabeza.
-Todo el mundo tiene una debilidad. Hay gente que le echa mayonesa a todo. Hay otros que le echan ketchup. Descubre cual es la debilidad de tu profesor y echaselo en la comida que tenga que degustar. Seguro que le asombra el sabor. Echa en su justa medida para que no se de cuenta que es su debilidad y le tendrás en el bote.

Hope sonrió. Esa podría ser lo que le quitase el problema de encima. Iría durante una semana a comer cerca de él y se enterará que es lo que le gusta.

Lucía y Gonzalo saltaban sobre la cama de sus padres al ritmo de Die Young. Su hermano decía que esa era su canción favorita a pesar de que la hermana sabía que solo la había escuchado un par de veces. Pero la cara de felicidad de su hermano hacía que se motivase más. Le ponía otra canción. Y otra. Y otra. Y otra. Y muchas más hasta que Gonzalo cayó rendido y acabó durmiendose. Lucía le cogió en brazos después de darse cuenta que se había quedado sopa y le llevó a su cuarto con cuidado para no despertarle de nuevo. Ahora se sentía sola. Su hermana y su amiga había salido y como sus padres habían salido con unos amigos, Lucía se había quedado cuidando a su hermano. No le imporaba siempre y cuando podía cenar pizza y ver la tele hasta quedar como Gonzalo: dormida con una manta en el sofá.
Lucía cogió el paquete de tabaco y se fumó un cigarro para relajarse. Luego empezó a mirar por la ventana y a contemplar la luna. Eso le relajaba aún más. Se sentía pequeña pero a la vez libre. ¿A quién no le gustaba sentirse así? De pronto vio una estrella fugaz. No le dio tiempo a pedir un deseo pero no le importaba. No quería nada. Era feliz con todo lo que tenía.

Era las tres de la mañana y Paula y Ana habían decidido volver a casa. Ambas iban en mal estado y se habían caido por los andamios que llevaban por zapatos. Tenían heridas en la rodillas y Ana un moratón en el muslo por el golpe que se había dado contra un banco pero Paula no fue menos y se estampó contra una farola.
-Venga Paula, sueltala. Se que te pone mucho pero ella no es para tí.
-La farola es más guapa que tú- dijo ella con mala cara.
-Tranquila, a tí no te iba a dar nada de Ana. Soy cien por cin heterosexual.
-¿Seguro? Seguro que te van también las ovejas.

Ana empezó a reirse y Paula la siguió. Entonces comprendieron que estaban fatal. Peor de lo que pensaban pero oían música cerca. Su idea de volver a casa desvaneció cuando vieron una discoteca cerca. Estaba llena de gente por lo que la fiesta debía de estar bien. Se miraron y sin decir nada fueron allí. Había mucha cola. ¿Cómo podrían entrar antes de que se hiciera de día?
-Tengo una idea- dijo Ana mientras cogía de la mano a su amiga y tiraba de ella hacía la entrada.

Había un segurata pero Ana intentó pasar adentro como si no pasara nada. No lo consiguió.
-Esta lleno- dijo él.

Paula miró al interior.
-No esta tan lleno.
-Vale. Lo diré de otra forma. ¿Estais invitadas?
-¡Pues claro!- dijo Ana haciendose la ofendida.

Cuando el señor iba a decir algo, una mano se posó en su hombro.
-Tranquilo Ben, estan conmigo.

El hombre las dejó pasar mientras que Ana le intentaba mirar por encima de su homrbo, cosa imposible porque el chico era más alto que ella.
-Gracias Louis- dijo Paula algo mareada por el alcohol.
-De nada- dijo él mientras que salía del bar algo molesto.

Zayn se había ido con la rubia. Niall había desaparecido. Harry estaba con su morena en la pista pasando de todo el mundo y luego... Luego Liam se había puesto a ligar con la camarera. Eso le estaba muy mal a Louis. Supuestamente esa noche Niall iba a estar normal, Zayn había dicho que le sería fiel a su novia Karen y Harry no tenía plan de ligar esa noche. Ninguno había cumplido. Y que Liam le hubiera dejado plantado le sentaba peor. ¿Qué iba a hacer solo?

-Entonces trabajas solo los veranos.
-Si. El resto del tiempo estudio.
-¿Qué curso vas a empezar?
-Segundo de bachiller.
-¡Tienes pinta de ser universetaria!- le dijo Liam a la camarera morena.

Ella soltó unas risas.
-En serio, te invito a algo. Me estas cayendo genial.
-No. Ya te he dicho que no bebo.
-No me importa. De verdad.
-Tranquila- dijo él estirando el brazo para alcanzar el de la chica para que no se girase para ir en busca de alguna botella.
-Me sienta mal. Debes de tener la boca seca.
-La verdad es que...
-¡Un chupito te pongo!

Liam tuvo que hacer el esfuerzo para pararla de nuevo.
-Si quieres darme algo dame una coca-cola.
-Vale. ¿Con ron, whisky, vodka?
-Solo una coca-cola.

Liam sonrió. Y ella no le hizo caso. Puso el líquido gaseoso en un vaso con dos hielos junto a un poco de whisky.
-Le he puesto un poco de Brugal- dijo ella riéndose.
-Espero que no- dijo Liam a punto de dar un sorbo.

La camarera le paró antes de que diera el primer trago.
-Dime por qué no quieres beber.

Liam la miró.
-Tengo un riñon que funciona mal. No puedo tomar alcohol.

Ella se mordió el labio y antes de que pudiera beber Liam le quitó el vaso.
-He estado a punto de matarte- dijo mientras tiraba el contenido cerca en uno de los fregaderos que había en la barra.

Había llegado un mensaje al móvil de Zayn. Él solo mandó a la chica rubia que recogiera toda su ropa y que se fuera.
-Pero...
-Vete. En serio. Quiero que esto siga siendo mágico como has dicho antes. No quiero hacer que esto ocurra deprisa. Quiero ir contigo despacio Sandy. Eres especial- dijo mientras que se vestía.
-Pero...
-En serio Sandy. Me han hecho mucho daño antes. Quiero estar seguro de que me amas tanto como lo hago yo.

Sandy se mordió el labio. Ese chico era perfecto para ella. Quería esperar a hacer el amor con ella. Quería estar seguro de que eran idóneos el uno para el otro.
-No me importa, de verdad- dijo ella.

Otro mensaje llegó al movil del chico. "Estoy allí en cinco minutos cielo. Karen".
-Lo se, amor, pero quiero estar seguro.

Sandy se enamoró un poco más. ¿Cómo? ¿Enamorarse de un chico al que acaba de conocer? Si. Eso si era posible.
-Vale- dijo mientras se acercaba a él para darle un beso de despedida en los labios.

Zayn oyó a los pocos segundo como Sandy salía del pequeño apartamento que tenía en Harengay. A Zayn solo le faltaba hacer la cama. Menos mal que Karen le había enviado un mensaje para avisarle que se aburría en casa y que estaría allí en un rato. Si no llega a ser así seguro que le hubiera pillado con la otra haciendolo.
Cuando la cama estaba hecha y cuando se había vestido de nuevo, llamaron al timbre. Él fue nervioso. ¿Y si la chica volvía? ¿Y si se había dejado algo? Después de comprobar que no, abrió la puerta.
-¡Te he echado mucho de menos!- dijo Karen mientras que iba a él para besarle en los labios.
-Lo sé. Tienes que dejar de trabajar tanto.
-Lo se pero en la tienda hay poca gente y me necesitan.
-Bueno, vale. Te perdono- dijo Zayn empezando un beso.

ya que Sandy le había dejado con el calentón no dejaría que Karen le dejase igual así que la abrazó y la siguió besando. Se tumbaron en el sofá. Para ella era perfecto. Era el hombre de su vida. Había valido la pena perdonarle las cuatro infidelidades pasadas. Pero le quitó la camiseta que tenía y mientras que Zayn, para quitarse la camiseta, tenía los brazos estirados, sus músculos del pecho se tensaron haciendo más visible un chupetón que le había hecho Sandy minutos atrás.
-Zayn...
-Dime.
-¿Eso es un chupetón?

7.

Algún debía volver a la universidad y ese día había llegado. Todo seguí como estaba. Nada había cambiado. Hope miró al profesor con asco. Hoy les tocaba hacer pasteles. ¿Qué le diría esta vez? ¿"Tienes poco azúcar"? ¿"Estan deformes"? No lo sabía.
Cogió los moldes y cogió la masa que habían preparado anteriormente. Encendió el horno y luego se volvió a centrar en los pasteles. Hope buscaba los adornos. Las bolitas de caramelo sería una buena idea. Cogió unas cuantas y las puso sobre llos pasteles. Luego lo puso sobre la bandeja del horno y lo cerró.

Gonzalo salía de su primer día de clase. No le gustaba tener que empezar tercero de primaria. Era muy difícil. Se lo habían dicho sus amigos de un año más. Que si odiaba las matemáticas que tuviese mucho cuidado, que iba a tener las cuentas hasta en la sopa. Todo eso se lo decía a su padre mientras volvian a casa en coche tras dos horas.
-¡Y para colmo nadie me ayudará con las matemáticas!- dijo enfadado mientras bajaba del coche.
-Bueno, nos tienes a tu madre y a mi- dijo el padre mientras abría la puerta de la casa.

Vi como su hija mayor entraba en la cocina con el pelo desordenado y con la boca más grande que una alcantarilla por el bostezo.
-Buenos días- dijo ella mientras se acercaba a él y le daba un beso.

También salió Paula a hacer lo mismo y cuando Jake entró en la cocina junto a sus hijas, removió el pelo a Ana.
-¿Y este madrugón que os habeis dado?
-Es para que, cuando empiecen las clases no nos demos el madrugón padre- dijo Paula.

Ella mentía. Había sido Lucía quien les había despertado porque, desde días atrás, estaba nerviosa por el nuevo curso. Era el último antes de la selectividad y el de antes de la universidad. Eso a Lucía le aterraba. Ella quería seguir siendo una adolescente. Pero Paula, que debaja la secundaria para entrar en un grado mayor, estaba entusiasmada con el inicio del curso. Ella si quería crecer. Ana también, como Lucía, estaba apenada. Ella no quería estudiar pero el hecho de haber renunciado había hecho que su madre la matriculase en un colegio y eso a Ana le fastidiaba. Si tenía que volver a estudiar quería hacerlo en su antiguo colegio de Doncaster. Pero su madre y su padre, el cual se había quedado junto a su hija Hope el último año en su antigua ciudad mientras que ella y su madre estaban en la caital, habían encontrado un trabajo y Hope había entrado en la universidad. De todos modos ella quería seguir buscando trabajo para ponerse ropa y que la hicieran fotos.

Ya no solo era Liam quien se había dado cuenta de la preocupación de su amigo. Harry le interrogaba siempre junto a Louis mientras que Zayn sabía que no respondería nada.
-Venga Niall. Se te nota a kilómetros que estas mal por algo- dijo Harry.
-Somos tus amigos- dijo Liam.
-Venga Niall, cuentanos que te pasa- insistió Louis.
-No me pasa nada chicos- dijo Niall intentando ser convincente.
-Dejarle chicos. Sabeis que no os lo va a decir- dijo Zayn seguro.
-Es que no hay nada que decir- le contestó el rubio.
-Yo tengo hambre- dijo Liam.
-Y yo- le contestó Lou.

Harry iba a decir que él también hasta que Niall dijo que él no.
-¡Lo ves como te pasa algo!- chilló Louis.
-Dilo.
-¡Joder! ¡Qué no me pasa nada!- chilló enfadado.

Todos se callaron y para que Zayn le dejasen en paz le pidió un favor.
-Niall, ve a pedirle a Lucía que te de un cigarro.
-¡Pideselo tú!- dijo enfadado.
-No me lo va a dar, por eso te lo pido a tí.

Niall suspiró y se fue de la habitación después de levantarse. ¿Por qué le pasaba todo a él? Él sabía el peligro que corría. Sabía lo que se le avecinaba. Bajó las escaleras y buscó a la chica por la planta de abajo. La encontró sola en la cocina y se acercó a ella.
-Oye...

Lucía le miró sorprendida. ¿Qué hacía ese chico hablándola? No era que le cayese mal. Solo era que le intrigaba lo que le iba a decir.
-¿Si...- dudó como se llamaba- ... Liam?
-No. Yo soy Niall. Liam es el que se toma los cereales con tenedor.
-Ah... Dime. ¿Qué quieres?
-¿Me puedes dar un cigarro?

Lucía sonrió. No sabía que ese chico fumase. No era que les espiase pero no había visto nunca al rubio fumando. Solo había visto a Zayn. Le alcanzó el cigarro y cuando Niall le iba a coger...
-¿No será para Zayn?- dijo apartando su mano con el tacabo aún.
-Mira, de ese nombre no dudas- dijo él riéndose.

Lucía le miró mal.
-No. Es para mí.
-Ah, pues vente aquí y fumatele. Así me haces compañía. Estas se han ido al garaje a no se que.

Niall asintió. Él no fumaba pero la ansiedad que le daba su preocupación no se lo recordó y se sentó enfrente de ella.
-¿Mechero?- dijo cuando Lucía ya le había dado el cigarro y se lo había puesto en los labios.

Lucía se le alcanzó y se lo encendió.
¿De qué podría hablar con ella? Era una desconocida. Bueno,la veía a todas horas y estaba siempre presente cuando su amigo y ella discutían.
-¿Tus padres saben que fumas?- preguntó.

Ella negó con la cabeza.
-Entonces no estarán ahora.
-No. Se han ido a trabajar. Bueno, mi padre acaba de traer a mi hermano pero ya se ha ido.
-Y tu hermano...
-Nunca me ha pillado.
-¿Y si baja ahora?
-Le oiría.
-Lucía...

Lucía se asustó. Su hermano había bajado y apagó el cigarro rápidamente espachurrandole en el cenicero. Pero cuando giró la cabeza solo vió a Ana. La miró mal.
-Me has hecho apagar el cigarro.
-Bueno, así ya no fumas más- Ana se rió-. Paula quiere que bajes. Hemos encontrado unas fotos de cuando eras pequeña y no hay desperdicio. La he dejado descojonandose ahí abajo.

Lucía se mordió el labio y se levantó. Sentía curiosidad por saber que fotos eran y dejo solos a Ana y a Niall. Ella se sentó en una de las sillas. Estaba cansada. Había tenido que sujetar a su amiga para que alcanzase una caja que estaba en lo alto de una estantería.
-Hola- dijo ella sonriendo.

Niall le intentó corresponder con otra sonrisa pero era falsa por lo que Aa se dio cuenta.
-¿Qué te pasa?

Niall se mosqueó. ¿Por qué todo el mundo le preguntaba lo mismo aquel día?
-Nada.
-Mira, no es por meterme en tu vida pero se distinguir entre una sonrisa y eso que has puesto tú en tus labios.

Niall la miró y dio una calada al cigarro que, supuestamente, iba a ser para Zayn.
-No nos conocemos pero... ¿Qué te pasa?

Niall la iba a contestar mal pero sabía que Ana no lo había hecho con malicia.
-Nada.
-¿Qué te pasa?

Niall reflexionó
-Que pienso mucho. Es eso.
-Es una chica, ¿a que sí?

Niall se rió.
-No. No es una chica.
-¿Tu familia?
-En Irlanda muy agusto.
-¿Tu...- Ana pensó-... perro?
-No tengo mascotas. De pequeño tuve un pez pero mi hermano lo atiborró a comida.
-Pobre pez- dijo Ana.
-Ya ves.
-¿Qué te pasa?

Niall recordó que cuando era pequeño le había mandado leer un libro en el colegio. Se llamaba "El Principito" y Ana le recordaba al pequeño príncipe. Siempre que se le venía a la cabeza una pregunta no paraba de preguntar hasta saber la respuesta.
-Nada, principita.

Ana no acabó entendiendo ese mote que le había puesto el rubio pero le dio igual.
-¿Qué te pasa?

Niall se rió. Exactamente igual que el principito.
-Tengo miedo.

Paula aún seguía riéndose de las trenzas que tenía su hermana en esa foto que le había hecho su madre un día que fueron al zoo. Tendría aproximadamente unos diez años.
-¿Quien te hizo esas trenzas?- preguntó.
-¡Callate! Estoy monisima.
-Si, si. Lo que tú digas.
-¡Habló la diente roto!
-¡Me había dado contra una farola!
-Patetico...

Paula la miró mal y la dio una colleja. Lucía la miró mal también a ella pero volvieron a reirse.
-¡Mira esta foto!- dijo Paula mientras sacaba otra.

En esa instantanea estaba ella sobre la tripa inflada de su madre por el embarazo de su hermano.
-¡Que cuca!- dijo Lucía quitandosela de la mano y mirándola mejor-. Aquí Gonzalo todavía era bueno.
-¡Todavía no había nacido!
-Por eso lo digo. Fue nacer y empezar a llorar.
-Normal, era un bebe.
-Me despertaba todas las noches porque lloraba.
-Tu estabas celosa.
-¿De un mocoso que solo comía leche? ¡Bah! Yo estaba feliz con mis galletas. Y haciendote llorar a tí.
-Hasta que no cumpliste los quince no empezamos a llevarnos bien.

Las dos se rieron y Paula se quedó pensando en qué momento se produjo ese cambio. Fue cuando sus padres las enviaron a un campamento y como ninguna conocía a nadie, estaban todo el día juntas. En la piscina, en la habitación, en el comedor... Siempre juntas. A sus padres se les hizo raro cuando entraron en el coche riéndose pero esperaban que sus hijas volviesen a la realidad cuando estuvieran en casa aunque eso no ocurrió.

Zayn quería fumar y bajó las escaleras buscando a Niall. ¿Dónde se habrá metido? Le buscó por el salón y por las distintas habitaciones de la casa hasta que oyó su voz en la cocina. Iba a entrar pero se detuvo. Estaban hablando del tema que le preocupaba a Niall.
-En serio, si hay alguien al que se tiene que despedir voy a ser yo.
-No digas tonterías- dijo una voz femenina.
-Te lo estoy diciendo en serio.

Zayn subió corriendo por las escaleras después de girarse. Cuando entró en el cuarto todos le miraron.
-Ya se el problema de Niall.
-¿Cuál?
-¿Cómo has conseguido que te lo dijera?
-¡Cuentanos!
-Teme perder el trabajo.

-¡Estos pastelitos estan fatal!- dijo el profesor del grupo donde Hope estaba. Edward tiró el pastelito de uno de los alumnos y lo pisó. Faltaba otra persona para que se probase los de ella. Estaba muy nerviosa. Mucho.
-¿Qué te crees que es esto? ¿Un pastelito para los vagabundos?- chilló a la chica que estaba a su lado sin nisiquiera probar el dulce.

Hope iba a estallar de los nervios. No podía ni tragar. El hombre se acercó a los suyos y los miró. Luego miró su cara y tomó uno de ellos. Lo mordió. La cara que puso no expresaba ningún sentimiento. O al menos que Hope pudiera captar.
-No esta mal.

Hope no se lo podía creer. Ningún grito, ningúna crítica negativa. Es cierto que no le había dicho que esos eran los mejores pasteles que había probador en toda su carrera de chef pero eso a Hope no le molesto. Es más. Se alegró. Nunca había recibido algo de  él que no fuese algo malo. Ella pensó que ese pastelito no debía de ser suyo pero era el único de la clase que tenía bolitas de caramelo así que... Si. Los pastelitos iban a ser su plato estrella.