jueves, 20 de junio de 2013

19.


Paula miraba a su hermana sin que ella se diera cuenta. Oí las conversación que tenía Lucía desde su movil.
-A ver, chaval, que no te debes de estar enterando. Mi hermana fue arrestada ayer porque la tiraste a la fuente... Pero es que ella no quiere saber nada de ti... ¿El otro chico? El otro se quedó con ella en comisaría para que no estuviera sola.

Lucía se llevó la mano a la frente por la desesperacion.
-Que ella no quiere saber nada de tí. ¡Para de ella como ella pasa de tí!- chilló Lucía.

Paula entró en la habitacion bajo la mirada de su hermana y cerró la puerta para que sus padres no se despertaran. Lucía seguía hablando mientras que Paula se tumbaba en la cama de su hermana al lado de esta.
-Adios, Brad. No quiero verte más con mi hermana.

Paula miraba a su hermana mientras que esta colgaba el movil y lo tiraba a algun lado de la cama. La menor se giró y puso su cara contra la almohada.
-Gracias.

Lucía la miró sorprendida mientras que me ponía de lado. Parecía enfadada pero la cara que tenía Paula hizo que la mirase de una forma dulce.
-De nada- dijo finalmente. Pero la ira volvió a su expresión-. ¿Por que no me lo dijiste?
-No quería enfadarte. Creía que ibas a pensar que él y yo...
-No digas tonterías, Paula.
-¿Entonces no estas enfadada?

Lucía iba a contestar algo pero no dijo nada. ¿Estaba enfadada? ¿No lo estaba?
-Voy a ir a desayunar- contestó finalmente mientras se levantaba y se iba.

Paula volvió a hundir su cabeza sobre la almohada.

Liam se había visto obligado a ir a desayunar a un bar. En la nevera no había nada. Ni una gota de leche para el café. Ni una galleta. Bajaba los escalones de su portal de dos en dos. El hambre que tenía le hacía ir rápido. Salió del bloque de pisos y empezó a caminar por la ciudad. Se había puesto una sudadera roja. Las temperaturas habían bajado esa noche y seguramente no volverían a subir. El invierno se acercaba.
Liam siguió caminando pero retrocedió unos pasos al ver que había pasado por un bar decente donde desayunar.
El local era un lugar sin mucha decoración pero acogedor. Liam, a pesar de que estaba a tres minutos de casa, nunca había visto el bar.
Se acercó a la barra y llamó al camarero.
-¿Que desea?
-Un cafe con leche, por favor- pidió el chico.
-Marchando.

Liam inspeccionó el sitio. La barra estaba limpia. Había unas mesas. Dos estaban ocupadas. Una por un señor que leía el periódico y la otra por dos mujeres: una joven y una anciana. Liam pudo reconocer a la joven. Era Laura, la camarera que le atendió hacía menos de una semana en un bar y la chica que vino a casa de los Smith para ver como estaba Lucía con sus mareos. ¿Debía ir a hablar con ella? Estaba acompañada. ¡Qque demonios! ¡Tenía que ir!
-Su café.

Cuando Liam se iba a levantar, el camarero había llevado su desayuno. Podía esperar. Estaba desayunando. "Tardará en irse" pensó el muchacho.
Se volvió a sentar bien en el taburete y miró su pedido. Miró detenidamente el café. Cogió el azucar y lo echó en el líquido. Tras esto, vio que en su plato había una cuchara así que la cogió con cuidado y la apartó de él. No podía aguantar las cucharas. ¿Era un trauma? No lo sabía. Cogió un palillo y empezó a remover su café.
-Joven, ¿cuanto eran los cafés?

Liam se giró rapidamente. Era la anciana que acompañaba a Laura.
-¿Ya se van?
-Si. Tenemos que ir a hacer la compra.
-Suerte... Esta todo cerrado hoy.
-Lo se... Le dejo cinco libras. Quedese con el cambio.
-¿Ya, abuela?

Laura estaba prácticamente a un metro del chico pero este se puso tan nervioso que no pudo decir nada.
-Si, Lala.

La anciana cogió del brazo a su nieta y salieron del local. Liam se sientió mal. Dios sabía cuando volvería a verla y cuando iba a tener una oportunidad para hablar con ella como la que acababa de perder.

-Pero... ¡Zayn!- dijo la rubia.

El moreno no se lo podía creer. Karen, su ex, estaba en su portal. Le había llamado y le estaba pidiendo explicaciones para saber el por qué de su ruptura definitiva.
-No lo entiendo, Zayn. Yo... Yo te amo. ¿Por que me haces esto? Yo te he perdonado todas las infidelidades y... Y eres tú quien me deja a mi. No. No lo entiendo. Zayn, yo te amo. Y se que tú me amas tambien.

Zayn, que estaba en su casa con el telefonillo en la oreja no se lo podía creer. Estaba discutiendo sobre ese tema con Karen estando ella en la calle y él en su casa.
-Karen, esto no se puede hablar de esta forma.
-Pues dejame pasar.

Zayn dudó. ¿La abría o no? Finalmente pulsó el botón que permitía que la puerta del portal se abriera y esperó en la puerta a la llegada de su expareja.
-Zayn- susurró Karen cuando le vio.

Zayn la observó. El rostro de Karen dejaba ver que lo estaba pasando mal, que estaba sufriendo.
El chico abrió más la puerta invitando a la rubia pasar al apartamento.
Zayn quería ser rápido. Quería dejar esa etapa de su vida cerrada. Como su hubiera un candado y su llave estuviera en el fondo de un rio.
-Karen, yo...

Pero Karen había ideado un plan mientras subía las escaleras. Tenía que besarle. Debía hacer que Zayn cayese rendido otra vez a sus pies y Karen sabía que tipo de besos le encantaban a Zayn. Le conocía muy bien. Había estado con él durante un año y... Karen estaba enamorada. Estaba perdidamente enamorada del moreno. Era algo como lo que sentía Bruno Mars en la canción de "Grenade". Ella cogería una granada y saltaría las vias del tren por Zayn. Tenía que besarle para recuperarle pero cuando iba a inclinarse para hacerlo el chico habló.
-Karen, hemos terminado definitivamente. Lo siento. No eres tú. Soy yo. No lo digo por decir. Es verdad. Creo que necesitas conocer a alguien que no te ponga los cuernos a la primera de cambio. Necesitas a alguien que te merezca- susurró Zayn sincero.

Hope sonreía mientras bajaba las escaleras. Había dormido esa noche muy bien. No sabía si era por el cansancio o por la satisfacción de haber tenido el primer combate de boxeo y haberle ganado. Hope se estiró mientras terminaba de bajar las escaleras y caminaba hacia la cocina. Si. Sería lo segundo. Se detuvo antes de entrar en la cocina. Hubo algo más. Louis. ¡Dios! Hope se preguntó que cómo había sido posible que entre Louis y ella no hubiera habido gritos. Estuvieron calmados durante el camino que había desde el gimnasio y la casa de la chica. Bueno, no se iban a volver a ver así que...
-¡Dios mio!- chilló la madre de Hope al verla entrar en la cocina-. ¿Que te ha pasado? ¿Quien te ha hecho eso?

La madre se acercó a su hija mientras se secaba las manos con un paño.
-¿Que?-Hope no entendía nada pero al ver como su madre le tocaba partes de la cara se apartaba. Cualquier roce hacía que la mejilla le ardiera de dolor-. ¡Mama! Es del combate.
-¿Que? ¿Por eso viniste a las tantas ayer? ¿Por un combate?
-Le gané. Fue el primero y le gané- Hope intentaba que su madre se sintiera orgullosa de su azaña.
-Ya sabes lo que pienso sobre el boxeo. No me gusta nada que boxees. Tampoco que vayas a ese gimnasio. ¿Ayer viniste sola a casa?
-Si- mintió.

Si Hope le contaba lo de Louis a su madre podía ser que esta tuviera un problema con su padre.
-¡Y viene sola! ¡Hope! ¡Que hay mucho violador suelto por las calles! ¡Que ven a una chica como tú y la hacen de todo!

No. No quería que si madre le diese ese tipo de charla.
-Vale, mamá. Alguien me acompañó hasta casa.
-Ah... ¿Si?- preguntó su madre que no se lo creía-. ¿Se puede saber quien?

Hope suspiró. No. No quería decir su nombre.
-Hope, ¿quien?
-Un amigo.
-¿Un amigo? ¿Cómo se llama?

Hope dudó.
-Louis.
-¿No será el mismo Louis del que me ha hablado tu padre?

Laura buscaba en el ultramarino que su abuela había encontrado un poco de café. Cuando lo encontró lo metió en la cesta que el joven dependiente le había dado nada más entrar.
Ahora buscaba algunos bollos. Estaban un poco alto asi que se tuvo que poner de puntillas. Pudo alcanzarlos facilmente. Salió de ese pasillo y se metió en otro. Necesitaba encontrar ahora algunas cervezas para Alan y Ted. Sus padres eran adictos a la cerveza sin alcohol. Laura no podía entenderlo. El sabor era asqueroso. Vio la estantería de las cervezas. Con alcohol, con limon, doble malta... ¿Donde estaban las "sin"?
-¡Joder!- susurró la chica al ver que lo que buscaba estaba en la última balda.

Intentó ponerse de puntillas pero no alcanzaba. Miró a un lado. Solo había un chico. Miró Al otro lado. Nada. Laura dejó la cesta en el suelo y se dispuso a poner el pie en la primera balda pero por poco se cae. El chico la sujetó con fuerza por la cintura. Laura pensaba que la iba a bajar. Pero se llevó una sorpresa cuando el chico la levantó más para que pudiera alcanzar el paquete de seis cervezas.
-Gracias- dijo Laura intentando no ponerse roja.

Miró al chico. Le sonaba. ¡Ah! ¡Era el obrero de la casa de Lucía Smith! Pero allí ya le conocía pero... ¿de qué?
-De nada- tartamudeó Liam.
-¿Te conozco?- preguntó la chica.

Liam la miró.
-Creo que si.

¿Creo? ¿Había dicho creo?
-¡Eres el chico que no podía beber alcohol! ¡Al que casí mato con un cubata!

Liam movió la cabeza en forma de afirmación.
-Te he reconocido por la mancha de nacimiento.

Liam, nervioso, llevó su mano a su cuello y acarició con un dedo la marca de color chocolate.
-¿Si?

"Liam, deja de ponerte nervioso" pensó.
-Si. No la tiene mucha gente ahí.
-Lo se- tartamudeó.

Liam empezó a sentir mucho calor.
-¿Estas bien?
-¿Yo? Si. ¿Por?
-Te estas poniendo rojo.